EDUCADORXS EN CONTEXTO DE ENCIERRO

Por Prof. Patricia Farina

El rol de lxs educadorxs en contexto de encierro promete desafíos y tensiones.

Durante años nuestra actividad ha sido silenciosa, desapercibida y casi desconocida socialmente, hasta que los medios de comunicación hegemónicos nos ponen en el escenario del escrache social mediante una “noticia” divulgada por Dirección General de Escuela en la que nos desplazan de nuestra acción pedagógica y nos ubican casi en el narcomenudeo dentro de las cáceles “Docentes de Contexto de Encierro entran drogas a la cárcel” fue el primer título de la noticia, luego fue bajando el tono y se amplió la información “Docentes de Contexto e Encierro ingresan drogas psicotrópicas a la cárcel” para finalmente diluirse en el euforia mediática con un zócalo de los noticieros que  expresa “ Docentes de Contexto de Encierro ingresan sustancias prohibidas a la cárcel”. El daño ya está hecho.

Fue así que trascendimos de la invisibilidad de nuestra tarea pedagógica para pasar a ser sospechosxs de conductas delictivas.

Es por eso que decidí aprovechar estas circunstancias para aclarar quiénes somos y qué hacemos lxs educadorxs en Contexto de Encierro, a modo de desagravio a la mayoría de compañeros y compañeras que cotidianamente ingresan a las cárceles de Mendoza, franquean las requisas con sus maletines, mochilas y carteras, pasan los controles, esperan que se abran candados y rejas y llegan a las aulas.

Nuestra presencia en las aulas del encierro garantiza el derecho a la educación establecido por la Ley de Educación Nacional que instituye a la Modalidad de Educación en Contextos de Privación de Libertad destinada a garantizar el derecho a la educación de todas las personas privadas de libertad.

Las experiencias educativas en ámbitos de privación de libertad implican una relación docente-estudiante plagada de reciprocidad y de sentidos compartidos sobre la posibilidad de construcción subjetiva de quienes habitan en contextos tan adversos.

Las aulas que están dentro de las cárceles son habitadas por estudiantes que provienen de trayectorias escolares interrumpidas tempranamente, incluso no iniciadas.

La reconstrucción de la historia escolar de cada estudiante da cuenta de reiterados cambios de instituciones educativas por las que transitó antes de ser excluidos del sistema educativo definitivamente, indagando sobre las causas de dichos cambios, mayoritariamente los/as estudiantes aluden a sus problemas de conductas y/o a docentes que no lxs querían tener en el aula, siempre la referencia es individual y haciéndose cargo de que fueron ellos/as los/as que no pudieron adaptarse al sistema educativo.

El fracaso escolar auto percibido como de responsabilidad individual es una de las naturalizaciones que más impregnan a la escuela y validan en definitiva a la deserción escolar como un mecanismo de escape de aquellos/as estudiantes que no logran alcanzar los objetivos homogeneizadores y estandarizados del sistema educativo.

Que los/as estudiantes en contextos de encierro haya internalizado que el fracaso escolar y la deserción responden a causas personales vinculadas con la pobreza, estructuras familiares, capacidades intelectuales y/o condición de género es el argumento más claro de que la escuela privilegió a ciertos sectores sociales para su permanencia en el sistema educativo como garantía de la reproducción de un orden social que no alterare lo establecido. Es lo que llamamos curriculum oculto.

Los sentidos que les atribuyen, los/las estudiantes en las cárceles, diferencian a la escuela del afuera, a la cual la sentían como hostil, expulsora y que no variaría el destino de sus vidas marcados por la pobreza y exclusión, a la escuela del adentro, las atribuciones de sentidos se transforman ya que es valorada desde otro lugar, desde el lugar de la libertad y  la inclusión.

Lxs educadores en contexto de encierro debemos tener presente dos factores que están presentes en el proceso de construcción de conocimientos: El entorno restrictivo  de la prisión y su lógica de disciplinamiento y la finalidad educativa que se propone la escuela, en tanto proceso de construcción de autonomía y práctica ciudadana.

Ambos factores constituyen un campo de tensiones en el que la actividad escolar cobra sentido, es en esa tensión en la que lxs docentes enseñamos y aprendemos.

Quienes transitamos cotidianamente las aulas en el encierro lo hacemos entre desafíos y tensiones, sentimos que somos docentes anti destinos, que cuando enseñamos les damos  a nuestrxs estudiantes la llave que abrirá la puerta hacia una vida digna, igualitaria, la llave que abrirá la puerta hacia otros derechos y otros destinos.

Necesitamos que la sociedad nos ayude a construir la puerta porque las rejas ya las construye el Estado.