EL MAQUILLAJE VERDE

Así como no todo lo que brilla es oro, no todo lo que parece verde lo es.
El maquillaje verde o lavado de cara de las empresas, tanto agropecuarias como de otros rubros, pretende ocultar la ex- plotación de los trabajadores y la devastación de la naturale- za, obteniendo legitimación ante la sociedad mediante víncu- los con ONGs y certificaciones otorgadas por organismos con la misma lógica mercantilista, con nombres amigables como Responsabilidad Social Empresarial (RSE), Bonos de Carbo- no, etc.
El mercado de bonos de carbono les permite a los países in- dustrializados y contaminantes comprar el derecho de emitir gases de efecto invernadero a los países subdesarrollados que desarrollen proyectos no contaminantes. De esta mane- ra se sostiene el sistema causante del cambio climático, be- neficiando a una minoría que se opone a una reducción real de emisiones. A su vez, las empresas pueden participar en el mercado de carbono, lo cual les permite poner un sello am- biental en su producto. La contraparte son los monocultivos forestales a gran escala, pobres en biodiversidad y con uso de agrotóxicos, en países como el nuestro que no han superado su cuota de contaminación.La organización conservacionista Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, la del oso panda) participa en el fomento de los mercados de carbono para el agronegocio sojero, en una operación de maquillaje verde que intenta tapar, mediante la certificación de soja respon- sable, la destrucción social y ambiental que origina el modelo en Sudamérica.
La RSE es una técnica de propaganda de las empresas para ganarse a un público que tiene cierta conciencia sobre temas ambientales y sociales. Es una trampa más del sistema capi- talista, que tiene los recursos económicos para estudiar cómo manipular a la opinión pública. Se puede
leer en la página de Monsanto, empresa transnacional que controla gran parte de la producción mundial de alimentos, basán- dose en el uso de semillas transgénicas y agrotóxicos: “…estamos comprometidos a mejorar la calidad de vida de las personas y a colaborar en el desarrollo de las comu- nidades en las que operamos…financiando proyectos sociales que agreguen valor…fo- mentando su desarrollo y sustentabilidad. Monsanto together es el programa global de voluntariado de Monsanto, en el que todos los empleados participan donando su tiempo y entusiasmo para realizar la- bores que apoyen la educación, el medio ambiente y a nuestras comunidades”. Pa- rece extraído de la Educación Popular, pero no, es Monsanto, con su programa de Res- ponsabilidad Social Empresarial. La apro- piación y tergiversación de conceptos que no comparten en lo más mínimo.Palabras
como sustentable, reducción del impacto ambiental, ambien- te, comunidades, son extraídas del campo de la agricultura biológica y utilizadas con fines completamente opuestos, sin ningún pudor. Para que coincidan en el imaginario el interés individual del empresario con el interés común, son necesa- rias algunas pruebas, y la RSE se encarga de eso.
Organismos certificadores privados y comerciales ponen el sello en productos orgánicos, muy distinto al sistema par- ticipativo de garantía realizado en sus comienzos por pro- ductores y consumidores (y que se sigue haciendo en ferias locales y mediante redes de la economía social y solidaria). La certificación cambia el sentido de la producción orgánica, primando inicialmente el método de cultivo para luego serlo el resultado, es decir, qué residuos se detectan en el produc- to terminado que le permitan acceder a mercados de elites. No se tiene en cuenta en este tipo de producción orgánica la distancia que viaja el alimento hasta donde se consume; el transporte hacia el hemisferio norte implica aumentos en el gasto energético, en el uso de combustibles fósiles y la pér- dida de una parte de los alimentos transportados, contrario a los preceptos de la misma producción orgánica, de consumo local y a escala humana. Tampoco interesan en la produc- ción orgánica certificada el derecho a la tierra ni la soberanía alimentaria. En Brasil, 20000 hectáreas de caña de azúcar orgánica pertenecen a un solo propietario; en Colombia se produce aceite de palmera orgánico en tierras pertenecientes originariamente a poblaciones campesinas desplazadas. Los pueblos originarios y campesinos no le sirven al modelo neo- liberal, por el contrario, mediante sus luchas lo ponen en ries- go. El ejercicio del debate y de un análisis crítico nos permitirá sacarles la careta a las operaciones de maquillaje verde, y así veremos al descubierto, al menos una parte de la cara de la economía global.