por Mariu Carreras
Han pasado 41 años desde aquel fatídico día del golpe de estado. Ese día, esa fecha simboliza el dolor de las más brutales pérdidas de vidas humanas. Sin embargo los genocidios ya habían existido en nuestro territorio y como moscas se cobraron las vidas de indígenas, obreros, trabajadores, hombres, mujeres y niños. La dictadura cívico militar eclesiástica no partió de la originalidad sino de la suma de crímenes y la especialización de las torturas. Tampoco agotó su maldad en esa fecha sino que se instaló pretendiendo quedarse eternamente y hacer lo que es el sueño de dictadores y cipayos: dominar a los pueblos, someterlos a su antojo, esclavizarlos para reinar y enriquecerse.
Nunca se han retirado, ni han cambiado su parecer ni sus objetivos. Su ambición sin límites los lleva a mantener su proyecto a costa de lo que sea; solo cambian su táctica pero se los puede reconocer porque buscan únicamente su propio beneficio, sienten asco por los pobres, a los diferentes, vuelcan todo su odio hacia las mujeres que piensan y a los que no son de su clase. Consideran que han nacido para reinar y llenarse los bolsillos sin ningún esfuerzo. No tienen escrúpulos.
El 24 de Marzo es una fecha de significación trascendental porque podemos afirmar que en el mismo instante en que dieron el golpe de estado imponiéndose desde su bestialidad, surgió en nuestro pueblo la determinación de luchar por la Verdad y la Justicia.
En medio de la noche más oscura aprendimos a luchar y a resistir. Nos fuimos juntando por la terrible necesidad de saber qué les habían hecho a los nuestros, a nuestros
familiares, a nuestros compañeros y compañeras. No pudimos elegir entre demasiadas opciones: los habían secuestrado y debíamos reclamar por su vida. Recorrimos todos los estamentos del estado que era decididamente un estado terrorista. No pasó un sólo día sin que hiciéramos una acción concreta por ellos. Fue en esa práctica colectiva y solidaria que se formaron los organismos de derechos humanos: Familiares de Detenidos Desaparecidos por Razones políticas, Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Movimiento Ecuménico y Liga argentina por los derechos del hombre que ya existía en nuestro país.
Las cárceles argentinas estuvieron abarrotadas, durante la dictadura, de presos y presas político/as. Sus familias recorriendo miles de kilómetros para verlos pasando por todo tipo de humillaciones.
Sobrevivimos al terror a fuerza de seguir más allá del miedo; fue con miedo que hicimos todo y nada nos detuvo porque los genocidas nos hirieron en lo más sagrado de nuestra existencia.
La vuelta a la democracia nos trajo diferentes posibilidades de lucha y de conciencia. Con dolor comprendimos el espanto de la desaparición forzada de personas y el robo de niños nacidos en el cautiverio de sus madres. Pudimos transformar el horror en tareas concretas y así nuestra búsqueda llegó hasta el mismísimo fondo de la tierra en tumbas que habían escondido los cuerpos de los nuestros clandestinamente.
Son infinitas las actividades realizadas; en soledad y silencio al comienzo, hasta alcanzar espacios de denuncia y reclamo que se concretaron en juicios por delitos de lesa humanidad en casi todas las provincias argentinas.
Quizás sean los pasos de las Madres que caminan desde hace 40 años donde podamos reflejar la lucha de tantas personas: padres, madres, hermanos, esposos y esposas, familiares, amigos, compañeros que no abandonan la lucha. Sus rondas de todos los jueves ponen de manifiesto lo que nunca dejaremos de lado: la bendita Memoria, la Memoria de lo vivido, la Memoria del Nunca Más, la Memoria de un país digno y comprometido con los derechos humanos.
41 años es la mitad de la vida para muchos y es un soplo, un instante en la vida de los pueblos. Podemos decir que ese tiempo infinito lo hemos ocupado a pleno.
Hoy, en este presente y a 41 años del golpe de estado, vivimos lo que habíamos creído no volver a vivir. No podemos ni debemos obviar lo que sucede. Como sociedad ya es hora de conocer que las mentiras no llevan a buenos puertos; que la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo, los recortes presupuestarios para temas fundamentales, las políticas de ajuste y discriminación, la persecución y el encarcelamiento de los que luchan por sus derechos y de los líderes políticos y sociales, el olvido de los más vulnerables y necesitados, la vergonzosa decisión de negar el genocidio y la vida de nuestros 30.000 compañeros y compañeras desaparecidos; en definitiva: todo aquello que lleva a vulnerar los derechos de los pueblos y busca someterlos a una vida injusta y humillante, solo consigue generar violencia. Contra esa violencia hemos luchado empuñando la Memoria, la Verdad y el reclamo de Justicia.
Hoy, a 41 años del golpe, seguimos convocados por los mismos principios de lucha. Hoy, cuando transitamos el tembladeral de nuevas injusticias, nos aferramos a lo que supimos sembrar y que dio frutos en nuestros H.I.J.O.S, nuestros hijos, en los HERMANOS que buscan a quienes todavía no recuperan su identidad. Hoy seguimos los pasos de nuestras Madres y Abuelas, de nuestros Familiares que en la más oscura noche salieron venciendo el terror. Es en ese espacio donde nos ponemos de pie cada día valorando lo que hemos conseguido con nuestro esfuerzo y asegurándonos en la Memoria viva de nuestros 30.000 compañeros y compañeras.
Ni la ambición brutal de los que hoy gobiernan con sus políticas infames, ni todos los engaños y mentiras con que quieran someternos podrán permanecer como pretenden.
Hoy, como siempre y más que nunca, MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA!