Por Mariu Carreras
Los días previos al 24 de Marzo son intensos, llenos de actividad, planificación y encuentro. Entramos en profundos debates para tomar las decisiones de último momento. Para todos los que organizan y ejecutan los diferentes eventos que culminan en la Marcha del 24 lo que crece sin poder detenerse es la emoción, el sentimiento hondo y claro de la presencia viva de nuestros 30.000 compañeros y compañeras desaparecidos. Por ellos se realiza esta Marcha que no siempre fue multitudinaria y que cada año muestra los diferentes matices de la vida política del país.
Este año no es un año más y por lo tanto tampoco lo será la Marcha del 24. Estamos viviendo un tiempo que sin dudar podemos llamar nefasto, anti pueblo, violento contra los más vulnerables; un tiempo cargado de mentiras donde los que gobiernan han perdido la dignidad y pretenden que no nos demos cuenta haciendo rodar falsedades.
Llegaron por la expectativa de muchos que creyeron que el cambio era para mejor, pero también por el voto de los que no advirtieron el tremendo engaño y de otros que no quisieron pensar en los demás; llegaron por los que se equivocaron al creer en ilusiones y por los que se sumaron a la banalidad y al sectarismo. llegaron porque muchos estuvieron y siguen estando de acuerdo con que ‘son pobres porque son vagos’, ‘se embarazan para cobrar un subsidio’, ‘nos hicieron creer que podíamos tener auto o celular’, ‘los maestros tienen demasiadas vacaciones’, ‘los derechos humanos son un curro’, ‘los mapuches quieren quedarse con terrenos que nos les pertenecen’, ‘los discapacitados tienen que ser bancados por su familia’, ‘el estado no es para sostener vagos’, ‘todos los del gobierno anterior son ladrones’, ‘hay que privatizar todo para que no dé pérdida’, etc, etc.
No pensar en las consecuencias de nuestros actos, repetir como loros la bola que hace correr un canal de televisión, humillar a los que menos tienen, pretender que el olvido es lo mejor que nos puede pasar dan como resultado lo que hoy vivimos: desempleo, violencia, mentiras, atropellos, vergüenza. ¿O es que los miles de despedidos en fábricas, comercios, medios de comunicación, instituciones de todo tipo; el cierre de pequeñas y medianas empresas, el agobio de miles y miles de hogares que no consiguen pagar los aumentos constantes de tarifas, la burla y el desprecio a los ancianos, a los jubilados, la quita de pensiones a discapacitados, las promesas incumplidas, el padecimiento de enfermos que mueren sin conseguir sus remedios y tanto más no se llama VIOLENCIA?
¿Cómo puede llamarse sino cinismo a la actitud de gobernantes que se enriquecen lavando dinero y acrecentando sus cuentas bancarias en paraísos fiscales mientras todas las decisiones que toman son para empobrecer y endeudar al país, al futuro de nuestros hijos y nietos?
¿Qué decir del apoyo total que un presidente otorga a un policía como Chocobar que mató por la espalda a un joven; o de la represión a las diversas protestas sociales, o los actos criminales contra las comunidades originarias que en diversas partes del país reclaman por sus derechos?
¿Qué decir de la brutal represión a los docentes, del cierre de 49 escuelas que son el centro de la vida de pequeñas comunidades y donde se educan niños y niñas, jóvenes que ahora quedan en el desamparo?
¿Qué decir de la desaparición forzada de Santiago Maldonado cuyo cuerpo fue puesto en el río para seguir manteniendo la mentira, y del asesinato de Rafael Nahuel ordenado por el gobierno a través de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich en una defensa a ultranza de las fuerzas represivas?
¿Qué decir del vaciamiento en áreas de derechos humanos, de la burla de pretender que ‘no son 30.000 los desaparecid@s’, de los atropellos a las Madres de Plaza de Mayo, de las prisiones domiciliares a criminales como Etchecolatz y tantos otros? ¿Qué decir de funcionarios como el ministro Oscar Aguad, cuya política de centralidad de este gobierno deviene de un vínculo estrecho con lo peor que representa la represión en la historia de nuestro país tal como el genocida Menéndez, el chacal, que murió condenado con 13 cadenas a perpetuidad por los horrores que hizo padecer a toda una sociedad con fusilamientos, desapariciones forzadas, torturas, violaciones, robo de bebés?
No podemos llamar a este un gobierno dictatorial porque fueron elegidos por parte de la sociedad pero sí son los que representan aquel pensamiento autoritario, egoísta, violento y soberbio, capaz de lanzar mentiras sin que se les mueva un músculo. Son hábiles generando la confusión y el desencanto.
¿Cómo se puede aceptar la desaparición de un submarino como el ARA San Juan con 44 tripulantes a bordo cumpliendo una misión para nuestro país sin que haya una respuesta real por parte del gobierno?
Por éstas e innumerables razones más, tristísimos hechos contra un país que ha sido despojado de muchísimos de sus derechos, este 24 de Marzo, aniversario del golpe de estado más sangriento de la historia argentina, es un día de potencia para reclamar, para acrecentar la unidad en la Memoria y en la exigencia de Verdad y Justicia.
Políticas todas, las que surgen de este gobierno, son para banalizar el profundo sentido de esta fecha, para que el Olvido le gane a la Conciencia.
¿Por qué los recordamos?
¿No es eso, acaso, volver al pasado y no salir de ahí?
¿Será que no es bueno vivir de recuerdos?
¿O es que sería mejor cubrirlos con un manto de olvido y lograr que el recuerdo no regrese más?
Al fin de cuentas ¿qué es recordar? Recordar no es vivir en el pasado. Recordar es ‘traer, acercar al corazón’. Y cuando algo o alguien se nos acerca al corazón éste se abre, se amplía, se fortifica porque se ilumina con lo que fueron y lo que son.
En el caso de los compañeros y compañeras que comprometidos con la vida dieron la suya propia por un mundo realmente mejor, más humano y más a la altura de todos, lo que ellos nos acercan es su ejemplo, sus buenos ejemplos, su lucha, su determinación para enfrentar las injusticias, su valor puesto en cada cosa que hicieron, su decisión de ser coherentes a pesar de todos los miedos y todos los obstáculos, su capacidad para comprender la necesidad de ser amplios y estar unidos de verdad ante los enemigos del pueblo, sus sueños y su alegría.
La vida entre nosotros de estos compañeros y compañeras fue en apariencia muy corta. Sin embargo la intensidad de esas vidas sigue marcando las nuestras. Al recordarlas, al acercarlas a nuestro corazón surge el para qué los recordamos: para poder continuar con dignidad aún cuando todo sea un tembladeral; para orientarnos en medio de la mentira y la desesperanza con que intentan hacernos abandonar la lucha; para que, sostenidos por su fuerza, podamos comprender que sí es posible alcanzar una sociedad justa; para que no nos olvidemos que mientras más elevados sean nuestros sueños de justicia y libertad más lejos llegaremos con nuestra lucha.
Por incorruptibles
por valientes
porque son nuestros hermanos y hermanas
porque son nuestros esposos y esposas
porque son los hijos e hijas de nuestros padres
por revolucionarios
porque nos dieron su vida maravillosa
por eso los recordamos.
Presentes ahora y siempre!!