En su columna en El Otro Soy Yo, Diego Pedernera de OMIN (Organización Mendocina de Integración, Género y Diversidad Sexual) habló del decreto nacional sobre el cupo laboral trans, que permite que el 1% de los trabajos en el sector público nacional puedan ser ocupados por personas travestis, transexuales y transgénero. A continuación transcribimos algunas palabras de Diego.
Esto fue una noticia tremendamente impactante, porque damos un salto grandísimo en lo que tiene que ver con el acceso al trabajo de las personas trans. Sin embargo, es importante hacer algunos análisis. Hay varios proyectos a nivel nacional para que el cupo laboral se transforme en ley. Al salir por decreto, lo que se hace es la aplicación efectiva, una vez que ya salió y está en el boletín oficial, pero no tiene la fuerza de ley. Entonces, en las redes sociales se va a ver que se celebra esto, pero se va a seguir peleando por la ley. Se va a seguir peleando por que el cupo laboral salga en el congreso de la nación y votado por todas la fuerzas políticas.
El decreto de cupo laboral permite que la persona pueda terminar sus estudios y que esto no sea un impedimento para poder acceder al trabajo, y también permite que la persona no necesariamente tenga que haber cambiado el documento nacional de identidad conforme a su nombre autopercibido y a su género autopercibido, lo que es una gran avance porque por determinadas razones no todas las personas pueden o quieren hacerse el cambio registral.
Además el decreto lo que hace es poder formar una inscripción que va a estar a cargo del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la nación, donde se puedan anotar las personas que puedan dejar no solamente sus datos personales sino también su formación para poder acceder a un empleo. Esto lo que va a permitir es que una vez que surja la posibilidad de que las personas trans puedan ingresar, puedan hacerlo conforme a los estudios que tengan. También es un arma de doble filo, porque sabemos que no muchas personas trans han podido capacitarse para poder acceder al trabajo, y en el decreto declara que para poder acceder hay que tener idoneidad. Estamos hablando de una población que es a la que más difícil se le hace todo: acceso a la educación, acceso a la vivienda, acceso a la salud.
Poder capacitar a los espacios donde vayan a acceder al trabajo, a las personas que ya están empleadas en esos espacios, permitiría que ninguna persona trans sufra discriminación. Esto también me parece muy interesante del decreto, porque nadie quiere que esa persona trans vaya a un trabajo donde la estén hostigando todos los días. Entonces, a través de estas capacitaciones, lo que se haría es estimular, animar a poder disminuir la discriminación, de hecho erradicarla. Eso va a estar en el esfuerzo que se haga en lo que tiene que ver con la implementación del decreto, y todo lo que tiene que ver con las normativas. Cada espacio laboral tendrá que adecuar todo lo que tiene que ver con su funcionamiento para poder hacer efectivo este decreto. Listas, planillas, sistemas operativos de computación, todo se debe adaptar a que se respete la identidad de género. Para que las personas incorporen la perspectiva de diversidad en su hacer cotidiano, ya apuntamos a un cambio cultural más allá del decreto. El decreto da un piso para que se pueda pelear por la ley de cupo laboral. También en lo simbólico hace una gran diferencia en lo que tiene que ver con el poder que tiene el Estado para garantizar derechos, porque eso es histórico. Nunca se ha hecho hacia la población trans algo que de alguna forma genere la posibilidad de acceso al trabajo, sabiendo que la prostitución sigue siendo el máximo “destino” de la población trans.
Es importante mencionar que todas estas iniciativas y todos los impulsos que se han dado en el cupo laboral, también responden al travesticidio/transfemicidio que ocurrió aquí en Mendoza en agosto, en la madrugada del sábado 29 de agosto, cuando Melody Barrera, una chica trans, estaba en la costanera y fue acribillada a balazos por una persona que bajó de un automóvil y la mató a sangre fría. Esto que tuvo trascendencia nacional también impulsó a que estas cuestiones de acceso a derechos de la población trans se aceleren. El decreto apuntó a dar una respuesta inmediata porque todas las personas sabemos que para llegar a aprobar una ley, que esa ley se efectivice y se reglamente pasa muchísimo tiempo. El decreto es más rápido. Cuando nosotros nos enteramos de esta situación, que fue el mismo sábado al mediodía, llamamos a la coordinadora de Diversidad Sexual del gobierno de Mendoza que es Fernanda Urquiza, y nos dijo que ella ya había hablado con la fiscal a cargo para que se tratara con el protocolo de travesticidio/transfemicidio. Esto implica que indudablemente se tome como un crimen de odio y con todas las garantías de que se encuentre a los culpables. Cuando ya se produce algo como esto, que es un crimen, siempre se llega tarde, por más protocolo o actuación. Se llega tarde porque podría haber sido una muerte evitable. Por lo demás hay cuestiones técnicas que las van manejando las personas que se alejan o se acercan más a una perspectiva de género y de diversidad. Me parece importante que se haya instaurado desde la fiscalía como travesticidio/transfemicidio, para hacer la diferencia de que no fue un simple crimen sino un crimen que está impulsado por el odio a la comunidad trans. Esto tiene que estar enmarcado y tiene que tener la rigurosidad de la ley para poder, de alguna forma, hacer justicia. Por otro lado, también pone en el tapete algo que sigue pasando y que indudablemente tenemos que darle respuesta, que es la prostitución. La prostitución sigue empujando a las mujeres trans a una situación de vulnerabilidad que termina con la vida de esta persona, Melody, y que de alguna forma también nos hace pensar qué respuesta se está dando al respecto. En las redes, más allá de lamentar esta situación, el tremendo impacto que surgió en la población trans de miedo, de inseguridad, de decir “quién me protege”, “yo puedo ser la próxima”. Es muy fuerte eso en la comunidad. Tenemos que empezar a debatir qué pasa con la prostitución, cómo podemos generar acciones directas que terminen impactando en la población trans para que puedan decidir dignamente poder acceder a un trabajo que no implique la prostitución.
Quienes tengan perspectiva de diversidad van a entender que las feminidades o las masculinidades dentro de las identidades trans no son las hegemónicas o no son las binarias que toda la sociedad espera, o sea que espera la sociedad con una imagen estereotipada. Si sos trans femenina y te llamás Carla, por ejemplo, esperás algo extremadamente femenino frente a tus ojos, o viceversa. Si hablamos de un varón trans y se llama Juan, esperamos de Juan una masculinidad bien binaria. Y esto no se da dentro de la población trans, incluso también incluye a las identidades no binarias que no encajan en este hombre/mujer como lo piensa la sociedad. Entonces para poner en concreto: si una chica trans va a atender al público en cualquier dependencia del gobierno, no le pidas un requisito estético porque se tiene que ver lo más femenina al ser trans femenina, si lo que la sociedad espera ver ahí es una mujer. No debe ser un obstáculo la expresión de género o como cada persona vive y expresa su género conforme a su identidad autopercibida. Una persona trans femenina empezó a tener alergia en la piel de la cara, entonces no se podía afeitar ni depilar. En el imaginario social nadie se imagina una mujer con barba. En este caso era por una alergia en la piel, pero podría decidir dejarse la barba, porque la barba no es un tema para la percepción del género. Cuando empezamos a transitar esos espacios de inclusión y de libertad, la sociedad empieza a retraerse y decir “no es una mujer, no es un hombre, qué es”, en esta cuestión binaria de hombre o mujer. También es cultural, porque de alguna forma se van rompiendo estos paradigmas y estas estructuras sólidas, pero hay mucha resistencia.
El decreto se ha tomado de dos maneras en el activismo a nivel país. Se ha tomado como un triunfo porque nunca hubo voluntad política para hacer un decreto de esta magnitud. Pero también como un piso, donde tenemos que empezar a construir. Esto nos debería impulsar para que la ley salga cuanto antes. Hace poco leía a una persona trans masculina decir “estoy cansado de llenar papeles, de llenar planillas, de hacer trámites, yo quiero trabajar, porque necesito comer, necesito atender mi salud”. Ahí está esta cuestión de los avances que se van dando, pero nunca es suficiente. Nunca alcanza en su totalidad para cubrir las necesidades y los derechos de las personas trans. Para poder realmente hablar que la población trans accede a derechos de forma igualitaria como cualquier persona que habita este país, tenemos que hablar de vivienda, de salud, de educación. Todas esas cuestiones que para cada persona no le es difícil pensar que pueda ser un gran obstáculo o una gran montaña a la cual subir, para la población trans lo es. Entonces, que la cuestión sea integral. El trabajo dignifica, le va a dar a la población trans la perspectiva de poder pensarse de otra manera, pero también tenemos que hablar del acceso a la vivienda. Una persona trans con trabajo con contrato, con dinero, cuando iba a firmar el contrato de alquiler, la persona que le iba a alquilar le dijo “no, una persona trans no” y no pudo firmar.
Valoro y acompaño la iniciativa de las personas trans que han puesto su voz en primera persona, porque esto hace diez años no existía. Nadie le daba lugar a las personas trans para poner con voz propia los reclamos que históricamente viene haciendo la comunidad. Por otro lado, la visibilidad que estamos teniendo hacia la población trans es en este momento, la mayor en toda la historia. Estamos viendo a personas trans que acceden a los sistemas de educación universitaria, terciaria. Estamos viendo que la población trans transita por la Argentina de día, cuando siempre era de noche. Que acceden a un cajero automático, que se permiten poder incluso hablar de diferentes miradas dentro de la población trans, cuando no se pone el eje en que sea trans, sino en lo que se desempeña, como escritora, como periodista. Esto es muy importante porque de cinco años para atrás, lo único que importaba de una persona trans era si se había operado o no se había operado y su nombre de nacimiento; esto es muy importante destacar. Por otro lado, con una política no se puede hacer nada. En ese sentido, el gobierno en sus diferentes formas, a nivel nacional, provincial y municipal, está dando respuesta, a veces, no a la velocidad que las organizaciones quisiéramos, pero está dando una respuesta, mientras que muchas personas trans decían, en la década del `90, que para ellas no llegó la democracia.
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