BACHILLERATO POPULAR ÑAÑAKAY (2º PARTE)        

Por Valeria Marchán y Florencia López

Paulo Freire, el padre de la Educación Popular, decía “Los hombres y mujeres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión. El diálogo implica un encuentro de las personas para la transformación del mundo, por lo que se convierte en una exigencia existencial”; casi sin querer queriendo, describe con esta frase el propósito y el camino diseñado por el Bachillerato Popular Ñañakay.

Retomando un poquito la 1° parte de esta nota publicada en la revista anterior el “bachi” se construyó y se sigue construyendo con las decisiones de todas sus protagonistas, deciden y acuerdan cómo serán las clases, qué temas necesitan y cuál es la mirada que le darán. Como ya les contamos, siempre se trabaja con perspectiva de género, desde la problemática de la mujer. El currículo se va construyendo, con la base de la currícula oficial de Cens, pero adaptándolo a las necesidades de la comunidad. La planificación se hace tentativa ya que la realidad va marcando lo verdaderamente importante y necesario. Todo en permanente diálogo y en permanente dinamismo.

Luchi y Yesi, educadoras y hacedoras de este colectivo nos contaron cómo se financia este proyecto, que si bien tiene mucho de utópico hecho realidad también tiene mucho de concreto, hecho a fuerza de enfrentar problemas y darles solución, y por supuesto que el plano económico constituye un problema a enfrentar. Así es que los recursos, que no llega a ser financiamiento, ya que no alcanzan, salen de los proyectos Mauricio López, que otorga la UNC, de ahí se da una beca a algunas de las chicas y se hace un fondo común para gastos en general que se va usando según las necesidades, más un dinero que ponen entre todas para poder afrontar los gastos. Las educadoras no cobran un sueldo por su trabajo.

El otro tema a resolver es el del espacio; el “bachi” funciona en una sala del jardín “Puentecito” que les prestan para tal fin, con 50 mujeres aproximadamente que apuestan a esta formación, pero la verdad es que el espacio es chico, ya que las mujeres también deben llevar a sus hijos, por organización familiar. A su vez esta situación entorpece el proceso de ellas ya que muchas veces dejan de ir un tiempo, cuando ven que no se pueden organizar con los niños. También la realidad de la comunidad no les permite a las mujeres poder participar todo lo necesario; problemas económicos, sociales, entre familias del barrio, conflictos que aparecen cotidianamente. Por eso este bachillerato se lucha con otra perspectiva, es una apuesta a la educación popular que en muchas ocasiones no fue fácil sostener ya que no se tenía la misma mirada sobre lo que se quería, hubo que hacer acuerdos, ir creciendo y armándolo entre todas, apostar a lo colectivo desde la horizontalidad, (teniendo sus costos). Es una lógica completamente diferente a la educación formal, a la que estamos

acostumbrados.

En concordancia con las ideas de la nueva gestión no pudo faltar otro palo en la rueda y hace muy poco se acercaron del área de gestión social, de la cual depende el Ñañakay, y les plantearon algunas dudas que tenían sobre la pertinencia y el tipo de trabajo que vienen desarrollando. Además de afirmar que la obligación de gestión social es principalmente con la primera infancia, plantearon la necesidad (no sabemos para quién) de funcionar con estructuras más burocráticas, implicando dejar un poco de lado lo comunitario, lo propio del bachi. generado un estado de inseguridad al poner en duda su continuidad. Sumado a esto la gestión anterior tampoco dejó nada armado, es decir que no se dejó nada seguro para este proyecto….

Para cerrar, volvemos nuevamente sobre las palabras de Paulo Freire: “toda educación, la verdadera, debe ser liberadora, debe nacer en el diálogo para lograr una transformación de lo establecido. Debe generar conciencia y nacer desde abajo…. “ Y justamente de eso se trata el bachi….de armar desde lo horizontal.