Junto a la columna radial de la Biblioteca Popular La Mosquitera conocemos parte de la vida de una de las antiprincesas rescatadas por la propuesta literaria de Nadia Fink. Clarice Lispector, y un breve homenaje a una de las más destacadas antiescritoras de Latinoamérica.
Nadia Fink, es una periodista y escritora argentina, profesora de nivel inicial, dedicada a la literatura infantil; creadora de la Colección Antiprincesas y Antihéroes de la Editorial Chirimbote. La Colección Antiprincesas muestra las luchas de las mujeres de toda América Latina y rompe con el estereotipo de la mujer cuya belleza está basada en su aspecto externo.
“La propuesta de Antiprincesas y Antiheroes surgió con la idea de desandar los estereotipos que se daba en la literatura en torno a la infancia. Antiprincesas oponiéndose a las figuras de los cuentos clásicos y las películas de Disney; y Antihéroes en oposición a los superhéroes, esos seres que tienen super poderes y siempre tienen el control y están salvando a débiles, y me parecía que éstos estereotipos en las infancias son muy crueles porque marcan una única forma de tener que ser, que es inalcanzable porque son seres de fantasía… y estaba bueno proponer con nuestras Antiprincesas Y antihéroes personales reales de nuestra historia latinoamericana para tener ese contexto de desarrollo más propio para las infancias”, explica Nadia.
La perspectiva de género y la perspectiva de clase están profundamente enlazadas al momento de seleccionar las y los personajes de la colección donde podemos encontrarnos con Antiprincesas como Frida Kahlo, Violeta Parra, Juana Azurduy, Alfonsina Storni, Evita, Clarice Lispector, Gilda, Madres y Abuelas de plaza de mayo, Micaela García; y Antihéroes como Julio Cortázar, Eduardo Galeano, Che Guevara. Gauchito Gil. “Todo el tiempo estamos conjugando la perspectiva de género con la de clase, es parte de la impronta de nuestra colección. Y a partir de eso tratamos de elegir a nuestros personajes, mostrar vidas simples y contar las historias desde las infancias, desde adolescencias muchas veces pobres o con dificultades tanto económicas como de salud, nos parece que también anima a las infancias a creer que hay oportunidades para más gente”, destaca Nadia.
La colección surgió en abril de 2015 con el objetivo de entregarle a las niñeces latinoamericanas referentes de mujeres y hombres reales con las que pudieran identificarse. Sobre esto, agrega Nadia: “Desde Chirimbote trabajamos con la idea que las niñeces tengan material más variados a los que acceder; y trabajamos en conjunto con docentes, familias que se interesan en desarrollar temas vinculados a la ESI (Educación Sexual Integral) desde una mirada lúdica que no puede faltar – ¡no podemos aburrir a las infancias con nuestros cuentos! No le podemos hacer esa crueldad!- y para niñeces que cuestionan, discuten y sienten mayores libertades con respecto a algunas elecciones y con respecto a la toma de la palabra también, que eso es muy importante”.
Entre las antiprincesas de la colección Chirimbote se encuentra Clarice Lispector, que nacía un día como hoy 10 de diciembre pero de 1920 en un pequeño pueblo de Ucrania. En sus primeros años de vida se trasladó con toda su familia a Brasil donde vivió hasta convertirse en una de las escritoras brasileras más destacadas, tal como recuerda la editorial Chirimbote, Lispector no es una escritora cualquiera. “Empezó de a poco y se hizo muy popular en todo Brasil gracias a sus relatos. Una mujer trabajadora que tuvo vida de princesa en Europa y Estados Unidos y no le gustó (le dio náusea, la aburrió, se sintió sapo de otro pozo –o ranita–), que volvió a su tierra querida y siguió trabajando, y hasta escribió libros para chicas y chicos (niñas y niños, como decía ella) donde los protagonistas son una gallina, o un conejo pensante, o un perro loco que come cigarrillos”.
Clarice escribió cuentos, novelas, artículos periodísticos, cuentos infantiles, poesías poniéndole siempre el cuerpo al arte de escribir. A cien años de su nacimiento la recordamos con su estilo único, indescriptible, profundo, sin estructuras y sensitivo. Así como lo relata en “Felicidad Clandestina” publicado en 1971 y su amor por la lectura:
“Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí unas líneas maravillosas, volví a cerrarlo, me fui a pasear por la casa, lo postergué más aún yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad. Para mí la felicidad siempre habría de ser clandestina. Era como si yo lo presintiera. ¡Cuánto me demoré! Vivía en el aire… había en mí orgullo y pudor. Yo era una reina delicada.
A veces me sentaba en la hamaca para balancearme con el libro abierto en el regazo, sin tocarlo, en un éxtasis purísimo. No era más una niña con un libro: era una mujer con su amante”.