La Biblioteca Popular La Mosquitera acerca una propuesta que nos invita a viajar mediante las letras, el lenguaje y la fotografía para conocer la cultura andina. Nos referimos a “¡Vamos a Charcoyo!, Relatos y fotos para acercarnos al mundo quechua de Yura, Bolivia”, de Elisabeth Roig.
Licenciada en Filosofía, egresada de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Elisabeth Roig fue investigadora en el área de antropología de la música del Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega”. Desde 1989 ha realizado investigaciones en comunidades toba en el Gran Buenos Aires y en la provincia del Chaco sobre los procesos de cambio social y musical, específicamente sobre la música orientada a la salud. Publicó recientemente el libro Magui Balbuena, Semillas para una nueva siembra, prólogo de Adolfo Pérez Esquivel, Buenos Aires, Trompo Ediciones, 2008. Y recientemente, “Vamos a Charcoyo”, Trompo Ediciones, 2016.
“Mi vinculación con los pueblos originarios es muy larga porque ya de chiquita, a la casa de mi abuelo Fidel Roig Matons, venía gente de la comunidad huarpe porque él se dedicó mucho tiempo a dibujar y pintar a los huarpes en la Laguna del Rosario; Después me dediqué mucho tiempo a trabajar con comunidades qom -que son los tobas de la provincia de Chaco; y después con los años se me dio la oportunidad de conocer este pueblito que se llama Charcoyo, que es el pueblito donde nación Juan Lázaro Mendolas”, cometa Elisabeth sobre cómo surge la idea de este maravilloso libro y agrega: “Un día me di cuenta que todo esto era desconocido por tanta gente, sobre todo me preocupaba por las nuevas generaciones a las que estamos tratando de educar en la diversidad, en el respeto al otro, en una visión diferente, en contra de la discriminación. En Mendoza tenemos una enorme población de origen boliviano que tantas veces sufre desprecio y discriminación, por eso me pareció importante rescatar en un libro todos los valores de la cultura andina y compartir sus riquezas, y una de ellas, muy importante, es su sentido de su solidaridad. Entonces decidí seleccionar muchas de las fotos que saqué entre el 2006 y 2012 y escribir un texto que fuera como un viaje, ir hasta Charcoyo para conocer esa riqueza humana junto con una introducción a la lengua quechua”.
Charcoyo significa “montoncito de piedras”, y es un pueblo del sur de Bolivia ubicado en el cantón de Yura, provincia de Quijarro del departamento de Potosí; pertenece al Q’ollasuyo o región del sur del antiguo imperio Incaico.
El trabajo de Elisabeth nos lleva a ese lugar, de manera mística y nos invita a conocer diferentes aspectos de la vida en comunidad, del lugar central que se la a la naturaleza, el respeto a las personas mayores; el sumaj kawsay o vivir bien que es un principio que rige actualmente que implica vivir en armonía con la comunidad, ayudarse y no acumular más de lo necesario. Además, el libro nos introduce a la lengua quechua y nos permite ver cuántas palabras utilizamos a diario, que son de origen quechua y no lo conocemos. En relación a esto, Elisabeth expresa: “Lo que más me interesa destacar es que en el castellano de América Latina e incluso de España tenemos incorporadas palabras que son de origen quechua. Por ejemplo, la papa, zapallo, choclo. Tenemos un vocabulario muy grande de origen quechua que desconocemos. Y en el caso de Mendoza tenemos muchos nombres de lugares, muchos patronímicos que son de origen quechua por ejemplo uno que es muy conocido como es Uspallata (que quiere decir tierra de cenizas) Yo siempre invito a los chicos a descubrir palabras que son de origen quechua y que están incorporadas a nuestra cultura”.
Cada página nos acerca a la vida en comunidad, las costumbres, los tejidos en telar, los tiempos de la dominación antes y después de la Colonia, la imposición de la religión, la niñez en Charcoyo, entre otros aspectos. Y sobre esto último, la autora reflexionó: “La vida en Charcoyo es una vida mucho más comunitaria, los niños y adolescentes están muy apegados a la familia que es la comunidad toda. Participan de las actividades, colaboran en el trabajo, aprenden desde muy chiquitos el sentido de la reciprocidad, de la ayuda. Y hay muchos juegos también, la vida los lleva a crear muchas cosas porque como no es una sociedad de consumo son sociedades que desarrollan muchos de sus juguetes y hay mucho vínculo del juego con la naturaleza, los animales. Lo que no tienen es la locura de la vida de la ciudad y del consumo, se valoran las cosas de otra manera y los vínculos con las otras personas son de otra manera, hay mucho más respeto, mucho registro del otro y es una vida mucho mejor. Sin embargo, la mirada que tenemos desde las ciudades con respecto a la vida en el campo es asociada a la pobreza, a la tristeza y nada que ver con lo que es esa realidad. No son culturas que están aisladas pero sí mantienen rasgos culturales propios muy importantes y la comunidad ayuda a la transmisión de esos valores. Ojalá aprendiéramos de eso, no? Esa es la idea también del libro”.
Para acceder al libro podés contactar a la autora para guiarte en su encuentro; también hay ejemplares en “Donde duerme la luna, taller cultural en Chacras de Coria y por supuesto, en la Biblioteca Popular La Mosquitera.
A continuación compartimos la entrevista completa.