En el Distrito del Algarrobal, del Departamento de Las Heras, luego de varios días pasado el feroz viento zonda del fin de semana, siguen sin luz y sin agua en algunas zonas. Entrevistamos a una vecina de la zona, Luisa Álvarez: “Realmente es desolador cómo quedan al desnudo las gestiones municipales, provinciales, cuando ocurren estas inclemencias que deberían ser pan comido, porque se sabe que es una región donde se genera viento zonda, con sus consecuencias”.
Para poner en contexto, Luisa nos cuenta que El Algarrobal se provee de agua potable mediante una cooperativa, no tienen AYSAM. Entonces esa Cooperativa funciona con una bomba mediante suministro eléctrico. Al estar sin energía, amanecieron el domingo sin agua. El Estado no le exige a esta cooperativa que tenga grupo electrógeno, para enfrentar inconvenientes como éste, por tantos días.
La realidad de las barriadas populares del Algarrobal es que su principal medio de transporte es la bicicleta o colectivo, por lo cual el traslado de agua potable hace que sea una verdadera osadía, o ir a la casa de familiares a buscar agua, o a higienizarse. Luisa nos explica también otro factor que dificulta esta situación: la principal calle es la Pascual Segura, que desde su repavimentación no tiene veredas, y por la falta de electricidad no había luz del tendido público, poniéndose en riesgo al transitarla con carros, carritos de compras y otros.
También en la Escuela del Barrio UJEMVI niños y niñas se llevaban botellas con agua potables para sus casas. Las necesidades domésticas de preparación de alimentos y sanitarias, hicieron explotar la paciencia de vecinas y vecinos, hasta cortar la calle, frente a la cooperativa que nunca dio respuestas. Eso logró la intervención, aunque tardía, de la Municipalidad: alquilaron un grupo electrógeno, que se quedaba sin combustible para funcionar. El resultado fue un inconstante hilito de agua, por momentos baja presión, y nuevamente cortes.
Este panorama, en perspectiva política, permite ver que no hay controles del estado, no hay inversiones ni infraestructuras de los servicios vitales para la vida cotidiana; muchas promesas que se caen a pedazos frente a las realidades que se vivencian. Las gestiones hacen agua y no dan respuestas.