EL MITO DE LA SALVACIÓN INDIVIDUAL: ORIGEN Y ACTUALIDAD

En su columna de Filosofía en El Otro Soy Yo, Leonardo Visaguirre desmenuzó un mito propio de nuestra cultura occidental, el mito de la salvación individual.

Nosotres, les animales políticos y con lenguaje, seguimos manteniendo la idea de que el mundo está condenado y de que la salvación es individual. La idea misma de humanidad es un invento moderno. Si bien lo usamos para hablar de todos, fue creado por la cultura occidental europea a partir del conflicto que les produjo la llegada al Abya Yala, a la América. Entonces esa llegada -que en la Filosofía Latinoamericana se le suele denominar “el encubrimiento del otro”, porque para ellos el descubrimiento de América es el encubrimiento de los habitantes de América- fue un hito histórico que desarticuló el sentido de la vida en la época, y que llevó a Occidente a crear esta idea de humanidad, junto con otras causas cercanas históricas que fueron configurando esta idea de ser humano. Si bien la manifestación que uno tiene más importante de la idea de humanidad está con la Revolución Francesa, y con tres ideas que son las de que todos somos iguales, libres y fraternos –pero una igualdad, una libertad y una fraternidad individual-, y ésta es la idea más general y más acabada de persona humana, inicialmente nació con la llegada de los europeos al Abya Yala.

¿Cuándo surge esta idea previa del mundo dividido de algún modo específico, que era el mundo en T, y qué pasa con la llegada de los europeos a nuestras tierras? La mitología religiosa cristiana cuenta que Noé, después del diluvio, bendice a su hijos Sem, que era el mayor y a Jafet que era el menor. Y maldice a Cam, su hijo del medio y sobre todo a su hijo Canaán, o sea, el nieto de Noé. Les dice: maldito será el niño Canaán que será el esclavo de sus hermanos. Este rango jerárquico ordenó el mundo. Este libro que es La ciudad de Dios (de Agustín de Hipona) después generó lo que se llamó el mapa en T, que fue un mapa que por la importancia que tuvo la cultura cristiana en el mundo occidental (porque eran reyes estos papas), impusieron este mapa donde Sem, el hijo mayor bendecido, es Europa; Jafet, el hijo menor también bendecido es Asia (desconocido pero prolífico); Cam (y su hijo Canaán), el hijo maldito condenado a ser el esclavo es África. Este mito religioso ordenó el mundo en ese momento en este mundo en T, que era Europa, Asia y África. Los africanos, por ser descendientes de Cam y de Canaán, tuvieron que dar su cuerpo a la esclavitud porque dios lo decidió. El gran problema para los europeos -que creen ser el ombligo del mundo, los inventores de todo- es que aparece en un lugar lejano una nueva especie de “raza”, que son los habitantes del Abya Yala. Varios años después del genocidio, sale una encíclica papal que dice que sí, que evidentemente eran humanos, porque sangraban. Este mapa en T se rompe con la llegada de los europeos al Abya Yala. Si bien se les rompe el sentido, no se les rompe su lógica -como diría Enrique Dussel- de conquista. Detrás del pienso luego existo de Descartes, está el conquisto luego existo; ésa ha sido la lógica detrás del europeo y del occidental, porque es la lógica que ejerce hoy Estados Unidos, y podríamos decir que es del capitalismo global, porque China también ejerce esta lógica. La idea de la conquista supone que lo que está enfrente es mera naturaleza, que en el sentido occidental y además después en el sentido capitalista, es mera materia prima para elaborar mercancías para generar capital. Ahí caemos en la lógica del ecocidio y de la destrucción que tenemos, y en tener que salir a disputar por valores tan básicos como el agua.

En el contenido cultural que hay actualmente sobre el zombi, hay una cuestión muy interesante que producen Hollywood y todo occidente, y es que la lucha contra el zombi es una lucha individual, del sálvese quien pueda. Siempre es “los zombis contra el héroe”, el que lleva a cabo esa salvación. Y es una metáfora muy interesante, porque la idea del apocalipsis es la idea que tiene el capitalismo sobre el mundo. El capitalismo y la cultura occidental suponen que la humanidad se va a extinguir porque se acaban los recursos. No tiene la capacidad de pensar otras formas de vida que no sean éstas que son destructivas. Y no es que no las haya; los que habitamos Latinoamérica sabemos –no sólo en Latinoamérica, sino en el Sur global- que se piensan otros modos de habitar la Tierra que no tienen que ver con la destrucción. Las ideas del zombi, del apocalipsis, del héroe que se salva solo, están detrás de esta metáfora tan terrible del capitalismo que sólo entiende que el mundo se tiene que destruir para generar más capital, y que se va a salvar quien pueda, y el resto vamos a estar condenados a ser zombis. Esa matriz racista y racial, está detrás también del asesinato de líderes y lideresas que pelean por la tierra en Colombia, de las persecuciones contra mapuches, contra disidencias. Esa matriz piensa que hay una identidad que es verdadera y que está bendecida, que es Europa, y otra identidad que puede estar en diálogo pero que es inferior, que sería esa Asia oculta para Europa, y el resto, los africanos y después los latinoamericanos. Todas estas cuestiones se mezclan en el presente. Cómo todos estos asesinatos marcan una matriz del Estado, una forma de poder, un racismo que se manifiesta en impunidad de la policía y en la idea tan fuerte de que hay vidas que valen menos, o de que hay vidas que son descartables.

Hay algo muy valioso que aporta la Filosofía Latinoamericana actual, que es el hecho de pensar que el capitalismo, el racismo, el machismo, el patriarcado, la clase, todas esas cuestiones están vinculadas, están entramadas a partir del pensamiento occidental, de ciertas lógicas que surgen en la modernidad y que imponen un modo de ordenar la vida, de subjetivarnos y de clasificarnos.

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