EN EL ROJO DE LOS SEMÁFOROS

Ché Rata, se me cayeron de nuevo, tres veces se me cayeron, qué cagada, no aprendo más con estas pelotitas de mierda, se me caen siempre. El Rata lo miraba, se agarraba el bocho con las dos manos, sentado en el cordón de la vereda no sabía si reírse o llorar. El Rulo, con los pelos duros, se acomodaba una y otra vez la nariz roja de plástico, se le iba de costado mientras los autos arrancaban sin tirar un veinticinco. Un mes entrenándolo, un mes y no había forma, el Rulo no nació para esto. Le había pedido por favor, 

-enseñame Rata, dale, no seas hijo e’puta, dale, dale-, y el Rata aflojó, le puso empeño, hasta dejó de ir en las mañanas hasta la Emilio Civit a hacer semáforos, lo hizo sólo para darle una mano, para entrenarlo, una y otra vez las pelotitas al aire, de a dos al principio, y cuando empezaron con tres, supo que iba a ser imposible, no coordinaba. Igual dale que dale, porque el Rulo tenía veintidós y no sabía de donde sacar un mango, -enseñame Rata, no seas hijo e’puta-, había que darle una mano, sino se iba a meter en quilombo de nuevo, y ahora tenía una piba, la Tuti se había quedado con el bombo, había parido y eso no tenía vuelta atrás. 

Se venían caminando desde Guaymallén hasta el centro, a pata, con cara de triunfo, sin perder la fe, esa que nace hasta en los que no tienen destino, la del futuro inalcanzable, la zanahoria en el palo y el burro que camina sin poder comerla. Así iban a la Civit, mirando para todos lados, como quien huye, como si estuvieran siempre en falta. Ser perseguidos dentro del mundo es jodido. La pilcha, la geta los vende, dos pasos y una requisa, la cana siempre encima, otro rato adentro y dale que va. -Rata, vos creés que voy a aprender-, decía mientras cruzaban la Belgrano y volaba una pelotita al aire, el Rata le respondía, -hay que insistir, no vas a dejar ahora, mirá, si abandonás te cago a patadas che, dale, vamos que hoy es un buen día, mirá qué sol, la ciudad es nuestra, yo no voy a dejarte tirado Rulo, siempre te di una mano, ¿o no?, decí che, decí, ¿cuándo te abandoné?, lo que pasa es que vos no practicás, te juntás con esas mierdas a chupar cerveza, y cuando te dan merca agarrás, dejate de joder Rulo, tenés a la Tuti y a la pendeja, vos viste lo que es tu pendeja, salió igual a ella che, la misma naricita, los mismos cachetones, qué suerte tuvo la Teresita, porque vos, flor de napia tenés, sos feo, no sé qué mierda te vio la Tuti-. Cuadra tras cuadra lo jodía el Rata hasta la Olascoaga y Civit, el Rulo le bancaba todo, el Rata era su ángel de la guarda, -sos un hijo e’ puta Rata, vos no me enseñás bien, por eso se me caen las pelotitas de mierda-, la respuesta del Rulo era un manotón en la cabeza y seguían andando, riendo. 

-Hay que agarrar la hora del cole, se llena la Olascoaga, todos medio apurados, hay que joderlos un poco aunque te puteen por lo bajo y metan bocina, así te tiran un veinticinco con tal de seguir, los pibes llegan tarde, algo dan, eso sí, ni te miran-, le decía el Rata, -eso, eso es lo que más bronca me da Rata, ni te miran, tampoco soy la Shakira pa que me aplaudan, pero ni te miran, vos viste, yo hago la presentación como me enseñaste, hago la reverencia, les tiro sonrisas, yo me les clavo en los ojos, y ahí la cago, seguro me distraigo, se me desparraman las pelotitas por la calle, por la acequia, arriba del capó, ¿será por eso Rata?, qué se yo, tal vez sea un inútil…, viste que ni te miran, no existís, mirales Rata, te esquivan, no sé si por vergüenza o por lástima, pero nunca te miran, quedan dures en el asiento, la cabeza hacia abajo, yo les miro fuerte, no con mala onda, sino intento… intento explicar sin palabras, o se creen que estoy acá porque me gusta, ¡qué mierda me va a gustar Rata!, si vos sabés que esto no me gusta y encima no me sale, nunca me va a salir, se creen que soy un vago, traban las puertas por si los afano-, se pone triste el Rulo, los dos sentados en el cordón, mirando el piso y sigue, 

-vos sos buena gente Rata, intentás lo imposible, ojalá en los autos, esos de lujo, brillantes, impecables, lavados, ojalá adentro hubiera gente como vos, porque vos sí sos gente, esos no sé, capaz que alguno, qué se yo, no es bueno decir todos, ¿y si intento con dos pelotitas, qué te parece Rata?, y no, si con tres no me dan ni mierda que me van a dar con dos, igual se me van a caer, soy una bestia. El otro día me quedé como gil a la espera, los autos pasaban raspándome el culo, bajaron la ventanilla, parecía que algo venía…, pa`qué contarte lo que me gritó el hijo’e puta, Rata, a veces me pregunto por qué mierda nací negro, qué se yo, son tantas las que me pasan, me pregunto por qué es así esto Rata, por eso me pego un trago, por eso me doy vuelta, porque no entiendo ché, y si fuera blanquito y rubio, te imaginás, seguro que ligaba algo, seguro que sí, pero no, y no tengo un mango, lo único que tengo es a vos que valés un millón, y a la Tuti, y a la Teresita, ¿qué haría sin vos Rata?, ¡gracias señora, gracias caballero, gracias!

¡Qué lo parió che, qué lo parió!