ESCUELA, PANDEMIA Y DESIGUALDAD

Por Sala de Maestros

Si algo demostró este tiempo de cuarentena obligada por la pandemia de COVID-19, es que la desigualdad típica  de América Latina, es la característica fundamental del sistema educativo en nuestra provincia, en nuestro país y también en la Patria Grande.

Apenas habían comenzado las clases cuando la cuarentena obligó a suspender la presencialidad en las aulas y relegó a docentes y alumnos a continuar su ciclo lectivo desde cada uno de sus hogares.

Si alguien hubiera podido acudir a estos primeros días de clase en diferentes escuelas, seguramente hubiera presenciado dos realidades diferentes: por un lado alumnos con sus mochilas brillantes y con todos los materiales que la docente había solicitado en una lista previamente presentada y por el otro, niñes que reciclaban su mochila anterior o esperaban que desde la escuela se les proveyera lo mínimo e indispensable para acceder a los aprendizajes más elementales.

Es de esperar que también los objetivos educativos que se proponen para uno y otro niño, sean diferentes….

Si nos paramos frente al almanaque y miramos el 19 de Marzo, nunca nos podríamos imaginar que al otro día comenzaría otra vida, otra forma de pararse frente a ella. Particularmente nuestro país venía de cuatro años de pandemia social y económica propia de los regímenes neoliberales que han gobernado Latinoamérica en dictadura o en democracia vigilada.

A este panorama nefasto con más del 40 % de nuestros niños, niñas y jóvenes bajo la línea de pobreza, se le sumó esta Pandemia mundial que no hizo otra cosa que visibilizar la flagrante desigualdad de nuestras escuelas, decimos escuelas o comunidad educativa porque tanto los estudiantes, sus familias  y los trabajadores de la educación somos víctimas de esa profunda desigualdad.

Esta desigualdad que se podía percibir a simple vista en los primeros días del ciclo lectivo se trasladó inmediatamente a un sistema que intentó reemplazar, desde la virtualidad, las instancias áulicas de aprendizaje.

Son por demás conocidas, en nuestra provincia, excelentes propuestas de escuelas que utilizan las tecnologías de la información y la comunicación -conocidas por sus siglas TIC’s- desde hace años. Hay algunas, incluso, que tenían sus propias plataformas y sistemas de información para padres y alumnos.

Son las menos, claro. A ellas les resultó por demás sencillo establecer comunicación  con sus alumnos y, salvando la riqueza de la presencialidad, emular las prácticas áulicas haciendo llegar las propuestas de tareas de las diferentes áreas. Y como seguramente se trata de escuelas de gestión privada, el nivel socioeconómico de las familias podía garantizar la presencia de los dispositivos y la conectividad necesaria para permitir el flujo de las tareas.

¿Pero qué sucedió en la mayoría de las escuelas de gestión estatal de todos los niveles? Prácticamente, ni los docentes ni los alumnos, ni sus familias contaban con los dispositivos y la conectividad necesarias para garantizar un desarrollo fluido de instancias de aprendizaje.

La reciente apertura del plan para compra de computadoras dejó en la superficie, esta necesidad.  Miles de solicitudes para adquirir algo básico como una computadora; otra es la discusión si es el estado debiera proveerla, sobre todo en esta situación. 

El Ministro de Educación Nicolás Trotta ha dicho en varias oportunidades que a la salida de la Pandemia esa desigualdad será más marcada, será responsabilidad del estado Nacional, Provincial y Municipal atenuar esa situación en un principio y desterrarla en forma definitiva en el mediano plazo. 

Dicho todo esto hay actores que han sido fundamentales para sostener el sistema educativo de pie durante este extenso y extraño período, ellos son los y las maestros y maestras, profesoras y profesores, directoras y directores, supervisores y supervisoras, celadoras y celadores, todos ellos en mayor o menor medida, muchas veces sin medir riesgos, han llevado adelante un desafío titánico. 

Las condiciones materiales de vida de los alumnos y familias previas a la pandemia estaban  perfectamente diagnosticadas en las escuelas, como siempre, lo que nos hacía prever que no iba a ser fácil garantizar la equidad y la igualdad en el acceso al conocimiento. 

Rápidamente y con los recursos materiales  que teníamos a mano, arrancamos la principal tarea que fue no perder el vínculo con nuestros alumnos y sus familias con   la certeza que si nos demorábamos, el desánimo llegaría a esos hogares.

Entonces, manos a la obra, con lo que había,  whatsapp, video llamadas, compu, email,   papel  y en muchos casos furtivamente cara a cara porque no se tenían noticias de un alumno. 

El inicio fue casi frenético se trató de llegar de todas las maneras posibles, las reuniones de directores y supervisores con maestros y profesores se multiplicaron con las herramientas que íbamos descubriendo. La pandemia visibilizó una gran desigualdad existente desde hace décadas y nos puso al frente de situaciones a las que había que hacerle frente, desde cada uno de los roles que desempeñamos en esta sociedad.

Debimos abandonar la zona de confort y pasamos a cumplir el doble rol de “mama-maestras” no fue NADA FACIL. NADIE ESTABA PREPARADO, pero con la colaboración de familiares, amigos, grupos de padres y un GRAN APOYO DOCENTE, fuimos aprendiendo a sortear dificultades, abriendo en nuestras casas un aula virtual a donde llegaban no solo los contenidos, sino también las palabras que nos acompañaban a enfrentar esta nueva realidad.

Sin dudas, y por haber sido docentes durante cuarenta años, estamos convencidos que la ESCUELA (directivos, docentes, celadores) es irremplazable. El contacto social y humano es imprescindible.

Merece un capítulo aparte, el desempeño del Gobierno Provincial y particularmente la Dirección General de Escuelas que se notó falto de reacción, ambivalente, con un discurso muy adulador por momentos, pero postergando para nunca, por ejemplo, la discusión salarial, esquivando el llamado a suplencias, sobrecargando a los otros docentes de la escuela, haciendo un ahorro insólito cuando debió reforzar las partidas de fondo fijo.

Todo esto deja al descubierto un estado ausente en la Provincia de Mendoza continuando con una lógica del Gobierno anterior, dejando librado a su suerte a las escuelas que también están siendo vandalizadas a gusto y placer, como consecuencia directa del aumento de la pobreza. 

Sala de Maestros sugirió a los funcionarios responsables del área, salidas a esa situación pero hoy todo sigue igual: será ego, será desinterés, nunca lo sabremos. 

Las sucesivas crisis que han habido en nuestro país -siempre coincidentes con gobiernos de corte neoliberal – conservador- han puesto a la escuela como el último bastión en pie donde las comunidades pueden refugiarse. 

Hoy podemos decir que el Estado Nacional está presente pero en nuestra Provincia han dejado abandonadas a nuestras escuelas, ni siquiera han articulado con el Ministerio de Desarrollo Social y los municipios para asistir a las familias desde lo alimentario.  Toda la responsabilidad sigue apoyada en la organización que sostiene las comunidades en toda las crisis:  la escuela.

Por lo tanto y priorizando la salud debemos redoblar nuestro esfuerzo generando un ambiente de paz y esperanzas que apunte a la construcción de un mejor futuro que nos contenga por igual, no ignoramos que aún hay muchas familias a donde esta realidad sigue impactando con mayor dureza, pero confiamos que con el aporte de todos podremos lograrlo.