Estudiantes mendocinos en alerta: “Estamos pagando el ajuste”

En medio de un nuevo incremento en el boleto del transporte público, que ya alcanza los mil pesos en Mendoza, la preocupación crece entre los sectores más golpeados: los estudiantes. Laupi, expresidenta del Centro de Estudiantes de la Facultad de Artes y Diseño (FAD) de la Universidad Nacional de Cuyo, dialogó con este medio sobre la crítica situación que atraviesa el estudiantado, los desafíos diarios para acceder a la educación y las acciones colectivas que están impulsando para exigir respuestas.

“Estamos básicamente pagando el ajuste”, afirma Laupi. Con convicción, denuncia que tanto el gobierno provincial como el nacional han implementado políticas de recorte que castigan a quienes más necesitan del apoyo estatal para sostener su formación. El aumento del transporte público se suma a una serie de obstáculos que complican la vida universitaria: “El boleto sube y la gente lo paga, pero no hay mejoras en el servicio. Las frecuencias son pésimas y muchas veces no queda otra que pedir un Uber para llegar”.

A raíz de esta situación, el Centro de Estudiantes adhirió recientemente a un comunicado impulsado por la Federación de Centros de Estudiantes Secundarios de Mendoza (FESEM), que rechaza el tarifazo y reclama el establecimiento de un boleto educativo gratuito. “Es una lucha que puede sonar utópica hoy, pero no debemos abandonarla”, sostiene Laupi. Actualmente, rige un sistema de medio boleto, pero no alcanza: “Hay estudiantes que gastan hasta 3.600 pesos diarios para ir y volver desde zonas alejadas como San Martín. No hay voluntad política para garantizar el acceso”.

Además del transporte, el deterioro de las condiciones materiales para estudiar es evidente: “Comer en la universidad es carísimo, los materiales también. Si el gobierno aliviara el gasto del boleto, podríamos destinar esa plata a comer en el comedor, a comprar insumos o simplemente a vivir con un poco más de dignidad”.

La situación también repercute en la participación política y gremial. Laupi advierte una merma en la adhesión a los paros docentes recientes: “No es que la gente no esté de acuerdo con la lucha, sino que ya no tiene energía. Trabajás toda la mañana, cursás toda la tarde… ¿de dónde sacás tiempo para militar?”. Esta desmovilización responde, según ella, a una profunda crisis social: “La salud mental está deteriorada, la gente sobrevive. Y cuando estás en modo supervivencia, no te queda margen para pensar en lo colectivo”.

Aun así, destaca el ejemplo de los jubilados, que cada semana sostienen su histórica ronda como acto de resistencia: “Nos dan una lección de constancia. Nos muestran que la lucha no se abandona, incluso en las peores condiciones. Ellos siguen ahí, cagados de frío y con hambre, pero con convicción”.

En un contexto de creciente despolitización, Laupi remarca la importancia de la unidad entre organizaciones estudiantiles, docentes, trabajadores y jubilados. “No podemos seguir actuando cada uno por su lado. Si cada grupo hace algo pequeño, juntémonos y hagamos algo grande. Y si fallamos, aprendemos. Pero no podemos quedarnos quietos mientras el ajuste avanza”, “No se trata de romantizar el aguante, sino de buscar formas nuevas de organizarnos, de acompañarnos en este contexto tan difícil. La lucha sigue, porque rendirse no es opción”.