Expresó el periodista Rafael Morán en la entrevista brindada a La Mosquitera. A días de conmemorarse un año más del golpe militar del 24 de marzo de 1976, nos abrazamos a la memoria para seguir pidiendo verdad y justicia.
Rafael Morán, periodista, fue detenido en junto a otros colegas que trabajaban con él en el diario Los Andes, aquel 24 de marzo de 1976, cuando la última dictadura cívico eclesiástica económica militar comenzaba a mostrar sus aspectos más oscuros. Morán rememoró en una profunda charla aquellos años en el ejercicio de la profesión, el recuerdo de sus compañeros y el valor de la libertad de expresión tras todo lo vivido.
“Han pasado más de 40 años y como se sabe fue una época muy difícil para el ejercicio del periodismo”, comenzó relatando Morán y continuó: “Era una época difícil porque se toleraban todos los comunicados, tanto de lo que se llamó la subversión armada como de los grupos paramilitares. Era un momento complicado porque había que publicarlos sino había amenazas pero después, eso se dejó de lado porque el diario prohibió la publicación de esos documentos, y afortunadamente no hubo represalias… pero vivimos con la amenaza constante de la colocación de una bomba, de una detención, de una desaparición”.
Los años previos a aquel nefasto 24 de marzo fueron también para el periodismo una etapa que anticipaba lo peor. “El terrorismo de Estado como tal comenzó a fines de octubre, primero días de noviembre, cuando el gobierno de Isabel Perón publicó esos famosos decretos de exterminio de la subversión entonces allí, las fuerzas armadas tomaron control operacional de todas las policías y los servicios de seguridad el país… Ahí comenzó a vivirse el terror porque comenzaron los allanamientos, los atropellos, la desaparición de personas, las amenazas a los periodistas, a los mismos medios; y nos hacían responsables a los periodistas si publicábamos cualquier información que pudiera perturbar la imagen de las fuerzas armadas y de seguridad”.
El capítulo que comienza el mismo 24 de marzo abre también los interrogantes sobre lo padecido por otro reconocido periodista y colega de Rafael, Antonio Di Benedetto. “La noche anterior a la detención cuando estábamos preparando un cambio de tapa – porque el interventor General Lucero estaba rodeado por tropas que lo querían detener en el Barrio Bombal, entonces yo le hice una entrevista por teléfono sabiendo que estaba rodeado y eso fue cambio de tapa- Di Benedetto me llama a la una de la madrugada y me dice: los servicios de inteligencia han ido a la casa de mi hermana, con las tropas de seguridad para detenerme pero estos tipos están mal informados por que hace décadas que no vivo con mi hermana. Y fuimos con Di Benedetto y un par de periodistas a esperar a que lo fueran a detener… y estuvimos esperando y pasaban los vehículos de seguridad por la Costanera con un triángulo invertido (que era la manera de identificarse entre ellos para no tirotearse) pero no ocurrió nada y volvimos al diario”.
“A mí me llevaron a las 5.45 de la mañana, fui el tercer detenido ese día y Di Benedetto cayó más tarde, como a las 11 de la mañana, acompañado por el Dr. Lima que era el abogado laboralista del diario y por Juan Carlos de Acevedo, que era miembro del directorio…. Todos iban presos, estuvieron allá, lavaron los utensilios como todos, con agua y barro, después de 24 horas los liberaron. Pero nos llevaron al Liceo General Espejo y después al 8vo de Comunicaciones que eran dos campos de concentración… y Di Benedetto era el foco de la cosa, era a quien apuntaban verdaderamente y cuando nos interrogaban con la cabeza tapada las preguntas iban dirigidas sobre todo a Di Benedetto y Bonardel (otro periodista de Los Andes). Estuvimos un par de meses ahí y después se lo llevaron a Buenos Aires”, recordó Morán sobre su colega con quien mantuvo correspondencia hasta que por gestiones junto a Ernesto Sábato, Di Benedetto pudo repatriarse en Mendoza. “Allí por primera vez el Diario Los Andes, después de muchos años de no mencionarlo – porque su nombre estaba prohibido, como el mío y el de otros- tuvo que decir que Di Benedetto volvía a Mendoza, en unas miserables 20 líneas”.
Rafael era jefe de la sección de Policiales. En aquellos años, Norma Sibila, su compañera, también compartió su pasión por el periodismo.“Los dos trabajábamos en el diario. En aquel entonces le dije: te voy a hacer llevar con un auto del diario, pero que te lleve a la casa de tus padres porque ahí estaban mis hijos pequeños. Después nos hicieron un allanamiento en mi casa, pero no pudieron entrar porque fueron muy torpes: tiraron una bomba de gas lacrimógena, rompieron un vidrio del living y no pudieron entrar por el humo tóxico, porque si no hubieran saqueado lo más valioso que tenía que era la biblioteca. Y ella estuvo viviendo unos días en la casa de un tío nuestro a 50 metros del Palacio Policial (ex D2) y después se presentó porque el Diario Los Andes -en una maniobra sumamente artera- le pide la renuncia en combinación con los militares para después no pagarle la indemnización si la echaban. Ella siguió ejerciendo después muchos años, fue directora de prensa en el Gobierno de Llaver, fue miembro de la comisión Directiva de la Unión Cívica Radical; Fue asesora de Fayad y de Iglesias, hizo una carrera linda y después el cáncer la terminó”.
Cada recuerdo de Rafael se proyecta como una testimonial invaluable que escriben la historia más dolorosa de nuestro país pero también el rescate de aquellos valores sostenidos hasta el día de hoy… esos que permiten señalar las complicidades, perdonar y no olvidar. “Los Andes nunca reconoció su complicidad con la dictadura. No digo que algunos jefes hayan sido cómplices directos, pero dejaron hacer, no nos ayudaron, estuvimos proscriptos hasta muchos años después, hasta fines de los ’90 cuando Los Andes fue comprado por Clarín, donde empecé a trabajar como corresponsal y ahí me hicieron entrevistas, mi nombre dejó de estar en la lista negra. De todos modos, yo he perdonado porque no se puede vivir en el rencor y con odio pero lo que no puedo hacer es olvidar”.
Finalmente, Rafael Morán reflexionó sobre el periodismo actual, sobre lo cual dijo: “El periodismo es muy consciente de lo que ha pasado; creo que disfrutan de un democracia plena, del bien extraordinario que es la libertad de expresarse sin ningún tipo de amenazas salvo los problemas que pueden haber entre periodistas y propietarios de los medios”.