La comunidad mapuche Lof Quintupuray refuerza su identidad ancestral y reclama respeto por sus derechos territoriales

En una entrevista realizada en una radio comunitaria La Mosquitera, integrantes de la comunidad mapuche Lof Quintupuray, del norte del lago Correntoso (Villa La Angostura, Neuquén), compartieron su historia, sus prácticas culturales y los desafíos actuales que enfrentan en la defensa de su territorio y su identidad.

El lonco Lucas Quintupuray, referente de la comunidad, llegó al estudio acompañado por tres jóvenes —Maylen, Lico y Aucán— y por el psicólogo social comunitario Juan Pedro Vilche, quien trabaja junto al Lof desde hace varios años en procesos de fortalecimiento cultural y visibilización de los pueblos originarios.

“El pueblo mapuche tiene entre seis mil y ocho mil años de existencia en estos territorios”, explicó Quintupuray, al responder a las afirmaciones que históricamente han intentado vincular al pueblo mapuche exclusivamente con Chile. “Nosotros somos mapuches y también ciudadanos argentinos. Respetamos las normas, pero el derecho a la identidad es fundamental dentro de la humanidad”, agregó.

Historia y presencia ancestral

El lonco recordó que investigaciones arqueológicas realizadas en San Martín de los Andes hallaron restos de una canoa, cerámica y un enterramiento mapuche de más de 900 años de antigüedad, anteriores a la llegada de Colón a América. “En esos tiempos no existían las fronteras entre Chile y Argentina. Esa es una prueba concreta de nuestra presencia milenaria en el territorio”, destacó.

Quintupuray también se refirió al impacto del genocidio ocurrido durante la Campaña del Desierto, impulsada por Julio Argentino Roca:

“El pueblo argentino no tiene la culpa de lo que pasó, pero sí las familias poderosas que se quedaron con gran parte del territorio mapuche. Es una historia triste que necesitamos visibilizar para construir una verdadera interculturalidad”.

Lengua y educación intercultural

Los jóvenes integrantes de la comunidad compartieron sus experiencias en el aprendizaje del mapuzungun, la lengua mapuche, un proceso que consideran clave para mantener viva su cultura.

“Nuestras mamás no sabían el idioma y nosotras tuvimos que aprenderlo de a poco. No lo hablamos con fluidez, pero conocemos palabras, colores, animales y seguimos aprendiendo”, comentó Maylen.

Sin embargo, advirtieron que la enseñanza de la lengua originaria aún no está integrada en la mayoría de las escuelas. “Se aprende de las personas mayores que todavía la hablan. Queremos que los jóvenes podamos recuperarla para que no se pierda”, dijo Lico.

El psicólogo Juan Pedro Vilche reflexionó sobre los desafíos que implica la educación intercultural en la región:

“En Bariloche la carta orgánica declara al municipio como intercultural, pero en Villa La Angostura ni siquiera se reconoce la existencia de los pueblos originarios. La homogenización educativa sigue siendo una forma de colonialidad del saber”, señaló.

Ceremonias y espiritualidad

Los jóvenes también compartieron algunas de las ceremonias tradicionales que la comunidad ha recuperado en los últimos años, como el Catampilún, rito de iniciación femenina, o el Kutun, ceremonia masculina de madurez.

“En esa ceremonia elegimos a una persona guía que nos acompañará en la vida. A mí me acompaña mi tía, en quien confío plenamente”, relató Maylen.

Lico, por su parte, contó cómo cambió su nombre occidental, Tiago, por su nombre mapuche:

“Nunca me sentí identificado con mi nombre anterior. Lico significa ‘claro’, y me representa porque soy una persona tranquila y transparente”.

Territorio y cosmovisión

Para Quintupuray, el territorio es el eje de la identidad mapuche. “Somos gente de la tierra. Nuestra espiritualidad, nuestras ceremonias y nuestros ancestros están ligados a ella”, explicó.

“Cuando alguien muere, vuelve al territorio: a los árboles, al lago, a la lluvia. Desde allí nuestros antepasados nos siguen acompañando a través de los sueños y las señales”, agregó.

El lonco destacó que su comunidad conserva su espacio ceremonial, su cementerio ancestral y sus lugares de vida y aprendizaje. “Sin territorio no hay cultura posible. Por eso lo defendemos, no como algo de valor económico, sino porque somos parte de él”, afirmó.

El rol del lonco y la organización comunitaria

Quintupuray, quien asumió como lonco hace 12 años por decisión de sus tíos y mayores, explicó que su función no es jerárquica, sino representativa.

“El lonco no decide por sí mismo. Las decisiones se toman en el Traün, la asamblea comunitaria, donde se debaten los temas culturales, políticos y sociales hasta alcanzar el consenso”, explicó.

Desde su liderazgo, la comunidad ha recuperado ceremonias como el We Tripantu (año nuevo mapuche), el Melifalicupán (ceremonia de la placenta) y otras prácticas espirituales y culturales que fortalecen su identidad.

“Si no sabemos quiénes somos culturalmente, no podemos defender el territorio. Por eso decimos que el fortalecimiento espiritual y político van de la mano”, concluyó.

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