LA ESCUELA EDUCA… ¿LA ESCUELA EDUCA?

Por: Valeria Sol Marchan y Florencia López (docentes)

En menos de 48 horas tres femicidios golpearon la realidad de nuestra provincia, entraron en nuestras casas y nos dejó una vez más en sombras al imaginar que Janet, Julieta o Ayelén podríamos ser nosotras, nuestras hijas, amigas, vecinas, alumnas. No podemos dejar de pensar, como educadores y educadoras, el rol que nos toca, cómo la escuela puede ser ciega, sorda y muda frente al desafío de educar para que los adultos futuros cuenten con herramientas, tan importantes como la lectura, la escritura y el cálculo, como los valores que nos llevan a vivir en sociedad; pero no en una sociedad utópica, de manual, dibujada, diseñada, sino EN ESTA SOCIEDAD.

Así es que la escuela tiene la obligación de reflexionar, cuestionar y entender este sistema social que produce desigualdades, violencia, estereotipos de hombres y mujeres que nos meten hasta por las narices, naturalizando la culpa de ser o no ser.

La pregunta que cabe entonces es: ¿cómo los docentes podemos ser parte de una verdadera evolución, una verdadera transformación? Como institución de formación, ¿cuál es nuestra responsabilidad?esi

Contamos con una valiosa herramienta, la Ley 26150 que establece como propósito primordial la obligación del Estado de hacer válido el derecho de niños, niñas y jóvenes a recibir Educación Sexual Integral. Esta educación se refiere a la construcción de la propia identidad a través de actitudes, prácticas y conocimientos vinculados al marco de los derechos humanos como orientación para la convivencia social y el desarrollo de competencias relacionadas con la prevención del maltrato infantil, abuso sexual y trata de niños/as. Procurar igualdad de trato y oportunidades para mujeres y varones en las prácticas concretas vinculadas a la vida escolar para luego reproducirlas en la vida en sociedad.

La realidad es que en la mayoría de las escuelas de Mendoza, esto no se pone en práctica, queda a consideración de cada docente la implementación o no de ESI, en general se planifica algo para los grados más grandes simplificando el tema a salud reproductiva o desarrollo biológico, tampoco existen capacitaciones para los grados más chicos.

Los docentes seguimos siendo reproductores de la realidad social, de lo bueno y de lo malo, por lo que es necesaria una formación, reflexión, y capacitación que amplíe la mirada sobre el concepto de género, basado en el cambio de paradigma que venimos transitando hace algunos años. El género va más allá del cuerpo y la genitalidad; es una construcción social que tiene varias formas de expresarse, por eso la responsabilidad en el cambio de mentalidad pasa por varios frentes de transformación, el Estado que debe tomar cartas en el asunto con URGENCIA, la familia que debe comenzar a educar y a cambiar sus hábitos desprendiéndose de estereotipos (muchos consumidos desde la TV) y la escuela también debe repensar con qué valores sociales forma a los chicos.

Dándonos cuenta o no, cuando encasillamos en un rol a los chicos, femenino o masculino, según lo que el docente considere como válido, reproducimos la mirada social sobre lo que es ser mujer u hombre y su papel en la sociedad, sin reflexionar que ésta es la base de las desigualdades, que a futuro formarán adultos (mujeres y hombres) con ideas de superioridad de un género sobre otro, llegando a que las mujeres acepten como normal algún tipo de maltrato y a que los hombres crean que corresponde hacerlo.

Mientras sigamos pensando que “Jaqueline es nena y no está bien que juegue al fútbol en el recreo”, que “Marcos juega mucho con las nenas y eso es raro”, que las nenas tienen que ayudar a la mamá a limpiar y cocinar o cuidar a los hermanitos más pequeños y que los varones tienen que ir a entrenar porque tal vez sean el próximo Messi…y hay que esperarlos con la comida lista…, seguiremos plantando ideas sobre cómo debe ser una mujer o cómo debe ser un hombre en la cabeza de los chicos, violentando simbólicamente o no la construcción de la actuación que cada uno quiere cumplir en su vida, su familia y la sociedad y que en definitiva lo lleve a tener una vida feliz y plena en el ejercicio de ser, su propio ser.