En su habitual columna de los lunes, la bióloga Silvina Vélez abordó la relevancia de incorporar especies nativas en el arbolado público y en espacios privados de Mendoza. A partir de estudios realizados por el CONICET y especialistas locales, Vélez destacó que estas especies no solo embellecen el entorno, sino que cumplen un rol clave en el sostenimiento de los ecosistemas.
La especialista recordó que, a diferencia de la elección de árboles únicamente por su valor estético, la incorporación de nativas aporta múltiples beneficios: sombra, materia orgánica para suelos pobres y la posibilidad de diversificar los ecosistemas urbanos y rurales. Entre los ejemplos mencionados se encuentran el visco (Parasenegalia visco), el chañar (Geofrea decorticans) y la cinacina, todas adaptadas a las condiciones de Mendoza.
Uno de los árboles más relevantes es el algarrobo dulce (Neltuma flexuosa), considerado una especie clave por la cantidad de interacciones que sostiene con animales, plantas y comunidades humanas. Vélez explicó que esta especie no solo provee alimento y refugio para la fauna, sino que también tiene un rol ecológico esencial:
“El algarrobo fija nitrógeno atmosférico gracias a su asociación con bacterias en las raíces, lo que mejora la fertilidad del suelo y beneficia a otras plantas del entorno”.
La bióloga también hizo referencia al impacto histórico de la deforestación y a los incendios que han afectado a los bosques de algarrobo en los últimos 40 años. Destacó que recuperar estas especies es una forma de contribuir a la conservación de la biodiversidad y a la sostenibilidad ambiental.
Finalmente, Vélez subrayó que en Mendoza existe abundante material científico y técnico —publicado por grupos de investigación del CONICET— que orienta sobre cómo forestar con nativas y diseñar cerramientos, lo que constituye una oportunidad para aplicar el conocimiento local en la vida cotidiana.
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