Continuamos compartiendo un resumen de la historia inicial de La Mosquitera. Una tercera entrega en este año de remembranzas sobre sus comienzos, sus primeros pasos como revista barrial con pretensiones y aquelles que se animaron a ser parte del “sostén”.
Editorial.
Aquí estamos otra vez!! Y no se crea que fue un descanso reparador el que tuvimos. No señor. Se nos fue Mayo y no pudimos alcanzar las metas financieras para salir en Junio. Bah! UD. sabe cómo está la mano. A muchos el sueldo no le alcanza para llegar a fin de mes, a nosotros no nos alcanzó siquiera para comenzarlo. Por eso estamos saliendo en Julio. La calle está dura y todo nos cuesta mucho más; el arroz, las lentejas, el azúcar, entender que en vez de nosotros esté Corea del Sur en el mundial y creer en las explicaciones de los funcionarios. Ah!, y encarar este invierno con temperaturas bajo cero y que todavía falte tanto para pasarlo. Aghhh…! cuantas cosas.
Pero no venimos a decir…¡pero bueno, qué se le va a hacer!. No. Venimos a decir que aquí estamos y que a través de estas páginas Ud. se va a enterar de que hay muchos que también están. De eso se trata; enterémonos, estemos, opinemos, juntémonos aunque sea para pasar este frío que nos maltrata y ver de dónde viene.
Verán que tenemos zapatos nuevos. Lo decimos con alegría y no pues, hemos dejado una imprenta amiga, la de Leandro Cavallo, quién nos bancó y colaboró por mucho y a quién queremos agradecer públicamente su confianza y solidaridad con la revista. Tenemos muchos amigos más y para ellos también nuestro agradecimiento pues, son los que comparten con nosotros y Ud. su pan…”.
La Redacción. (1)
Así se presentaba el número 17 de la revista barrial con pretensiones La Mosquitera en aquel mes de Julio de 2002: con un importante cambio de formato y color a la tapa; toda una modesta conquista para una revista barrial de poco más de un año en la calle y en medio de una profunda crisis que sacudía a todo el País. Sucedía también que, en torno al grupo de la redacción, se iba nucleando una interesante cantidad de personas que apoyaban de manera muy concreta nuestra labor, a quienes interesaba y entusiasmaba tanto el trabajo que hacía la revista a partir de sus contenidos e impronta, como su presencia activa en el quehacer de la comunidad, ya como colectivo dispuesto. A muchas de estas personas nos las encontrábamos en actividades de la Asociación, en los Encuentros en el Arte, la Artesanía y la Producción Barrial de El Bermejo y en el Encuentro Nacional de Expresiones Populares que se realizaba en Colonia Segovia. En realidad lo que sucedía aquí, en la organización y desarrollo de las actividades de estos grupos, tenía cierta semejanza a una gran fraternidad (o sororidad) y nos apoyábamos para lograr eso, nos colaborábamos. Éramos aprendices de lo que después llamaríamos “ingeniería organizativa”, que era tensar todo al máximo para sostener nuestra actividad y seguir adelante.
Entre otras cosas, nos emparentaban los métodos y formas nuevas de hacer; de militar ideas propias construidas colectivamente y lograr maneras muy efectivas de concretarlas, en espacios abiertos a la participación, sin juegos de poder, de mucha fraternidad y entrega pues, eran proyectos que demandaban mucho trabajo para realizarlos y una mano amiga siempre andaba bien y, fundamentalmente, la autonomía e independencia de esos espacios de toda tutela política partidista y gubernamental, sin que esto significara no articular o conversar con ellos en el territorio u otras instancias. En otras palabras, no se le asqueaba a la política, todo lo contrario, pero el lugar de nuestra mirada y su ideal era muy distinta a la mirada de nuestres interlocutores.
(algunos segmentos de la revista de antaño: Horóscopo Chino, y cuentos de terror en el espacio Cucos y memoriosos)
En nuestro grupo y probablemente en otros parecidos, sabíamos dónde estaba el corazoncito político de cada cual y eso se respetaba; servía para bromear y molestar con alguna chicana liviana, no más que eso. La gran mayoría de las personas que participaba eran críticas de como venía accionando la política del establishment y sus partidos políticos tradicionales.
La primera vez que se planteó a la vecindad que la revista no era cuestión sólo de quienes se ocupaban de sacarla a la calle sino que de todes, fue cuando nos presentamos como revista en Junio de 2001. Ahí planteamos la creación de la red “El sostén”; vecinas y vecinos colaboradores, ya para cuestiones financieras y otras ayudas. En la edición nº 7 de Agosto del 2001 respecto de esto, decíamos: “…lo importante es que cada cual se arrime a la revista a su gusto, como ya lo están haciendo varios de nuestros amigos lectores. Y aquí, queremos detenernos un poco para comentarles que no solo hay gente que quiere colaborar para el sostén. Son muchas las cartas que recibimos con dibujos, poemas, felicitaciones, gente que escribe y quiere colaborar y participar de la revista. Esto es lo que queremos. Y si seguimos así, en algún momento vamos a tener que plantearnos crecer. ¿Se imagina Ud. un multimedio barrial? Tiemblen grupo Clarín y todos aquellos…” Y dábamos una lista parcial de los amigos y amigas lectoras que comenzaron siendo parte del sostén: Jorge Pérez, Adriana Sánchez, Roberto Rosas, Li Di Marco, Luis Báez, Carlos Viera, Susana Altamirano, Mario Hadid, Patricia Salice, Miguel Gandolfo, Mercedes Ramírez, Nora Gancia, Dede Bonoldi, Alicia Recchia, Rubén Vigo, entre otres.
Compartiremos en las próximas notas otros tramos de esta historia, relatos de quienes se fueron sumando a esta hermosa familia, contextos atravesados, y todas las pretensiones puestas a la construcción de una comunicación plural, participativa y comunitaria.
(El presente material corresponde al rescate histórico realizado por el compañero Nelson Belmar)