Por: Rubén Vigo
TODO EL SANTO DÍA SE ESCUCHAN FRASES DE UN LADO Y DEL OTRO, se pasan la olla caliente. Pero la realidad es que estamos mal, muy mal y vamos a estar peor. ¿Y cómo entender por qué estamos tan mal? Bueno, esa es la idea, sacar el lápiz y empezar a buscar dónde está la punta del ovillo. La economía es el centro de la calidad de vida, la dueña de la pelota, muchos creen que no vale la pena entender sobre economía, pero es así como te enroscan la víbora; cuando no se entiende y no nos esforzamos por saber, te come el león. Los números son aburridos, ninguna duda de que lo son, las cuentas, los cálculos, los archivos, el futuro, cómo llegar a fin de mes, cuánto gastar por día, y lo peor, después de las sumas y restas, ingresos y egresos, la guita…, la guita igual no alcanza, y cada mes alcanza menos.
LA ECONOMÍA ES PURO SENTIDO COMÚN, si uno se pone a analizarla desde lo más llano, se la entiende de pe a pa. Los que quieren confundir para que no se comprenda una pepa, para que nos pudramos de las cifras y abandonemos, son los que hablan complicado, los que meten palabras rimbombantes, números más números, dibujos, gráficos, escalas, te llenan el pizarrón de boludeces que después no se cumplen, entonces cambiamos de canal. La base de la economía, son los ciudadanos con un mango en el bolsillo para comprar lo que necesitan, eso que no lo pueden producir, imaginate vos armando una heladera en tu casa. Para conseguir comprar, la guita llega de dos lados, “descontando el método non santo”, sos empleado donde el patrón o una empresa te pagan el sueldo, o sos cuentapropista dedicado al laburo propio, buscás el mango diario en la calle.
Esa realidad familiar bien simple, es la que hace que toda la rueda de la maquinaria de la economía se mueva. Cuando la economía falla, o la hacen fallar, el empleado pierde el trabajo y al cuentapropista no lo llama nadie. Así de sencillo es como desaparecen los billetes de las calles y llegan las deudas, después el desastre.
INICIO DEL DESASTRE, quién es la madre del borrego. Cuando se mira el año 2015, ojo, aunque parezca un siglo sólo pasaron unos meses, allá, por aquel año, se notaba que las cosas no andaban tan bien como en el 2007, pero también es verdad que recorriendo los negocios, se vendía. Uno miraba alrededor, y amigos, familia, vecinos, todos laburaban, con mejor o peor sueldo, pero cada cual arriaba las monedas a la casa. La pobreza existía, las diferencias sociales también. Uno sentía que habíamos llegado a un escalón que duraba mucho y que hacía falta trepar a otro más alto, pero por lo menos ya no estábamos en el subsuelo desde donde partimos en el 2001 con muertos y miseria. A fines del año pasado había ganas de estar mejor, pero había un bombardeo mediático que avisaba que el abismo estaba a un dedo meñique de donde estábamos parados. Algunos gremios metían bulla y huelga, para eliminar el impuesto a las ganancias de los sueldos más altos, los otros laburantes, las mayorías, tenían otras necesidades, un mejor sueldo para llegar a fin de mes. Los sectores de clase media en general, salían de vacaciones, cambiaban auto, llenaban restaurantes y hasta se iban al exterior. El mundo global se caía a pedazos desde el 2008, y aún hoy sigue igual o peor, pero nosotros sólo sentíamos los coletazos, no nos hundíamos como en otras épocas con corridas bancarias y que se vayan todos. Digamos, era un país normal, con injusticias, pero sin sobresaltos, con un piso relativamente firme para armar un edificio, no era un lodazal, había que seguir armando los cimientos.
LOS NÚMEROS QUE INFORMA EL NUEVO GOBIERNO no muestran un desastre al 9 de diciembre del 2015. Dicen esos números, por ejemplo: que el Déficit Fiscal era del 1.9%, que el país había crecido el 2.1% en ese año, que habían aumentado en 400000 los puestos de trabajo, que la desocupación era del 6.5%. Para rematar, apenas asume el nuevo Ministro de Economía declara que la situación recibida “no es crítica”. Un economista defensor del desarrollo nacional y la integración latinoamericana como Aldo Ferrer decía: “Hay que replantear el régimen de inversión extranjera, que vengan cuando hagan algo que nos interese en términos de desarrollo”, “Los Fondos Buitres no son un problema, aún pagándoles todo lo que piden, no llegarán inversiones”, “Hay que tomar deuda externa sólo para abrir fábricas que reemplacen productos que importamos”.
ENTONCES, ¿CÓMO ES QUE HOY ESTAMOS COMO ESTAMOS? Ahí es donde aparece el sentido común de la economía. Hago un resumen a lo bestia: a partir del 10 de Diciembre del 2015 se devaluó el 50%, provocó un aumento de todos los productos, inflación. Se echó 60000 trabajadores del Estado, hay menos compradores en la calle, recesión. Las paritarias quedaron en el 25% más o menos, la inflación en el 45%, menos poder de compra de la gente, recesión, echan más empleados. Se sacaron las retenciones a varios productos del campo, ejemplo maíz, aumentó su precio y aumentaron los costos para los productores de pollos y cerdos, inflación. Se retiraron los controles de precios en la cadena productiva, explosión de la inflación. Si la sensación y las cifras nos mostraban que había un pasar tranquilo con turbulencia por Diciembre del 2015, hoy le sacaron las alas al avión y vamos en picada, en caída libre. Pensalo, si a vos te dicen que viene una ola gigante y todavía tenés laburo, pero que la ola se va a llevar a tu empresa con vos y tus compañeros adentro, qué hacés, corrés como loco, los talones te pegan en la nuca mientras buscás un lugar alto donde la ola no te haga bosta. Te empiezan a temblar las patas por miedo a perder el sueldo, achicado por la inflación, pero sueldo al fin, entonces, por las dudas, empezás a consumir menos, o porque no te alcanza o porque por las dudas necesites el ahorrito por si te echan. Conclusión, más recesión.
EN MUY POCOS MESES SE NOS CAYÓ LA ESTANTERÍA. Todo lo antedicho explica por qué desapareció la guita de la calle. Desde el 10 de Diciembre todos los negocios empezaron a vender menos porque vos no tenías un mango. Los dueños de esos negocios a su vez empezaron a comprar menos a sus proveedores, porque vos no tenías un mango. Los industriales empezaron a producir menos porque los negocios no le compraban, porque vos no tenías un mango. A los laburantes, el último orejón del tarro, se le empezaron a juntar telegramas de suspensión o de vení a cobrar la indemnización (si te la dan), porque vos no tenías un mango. O sea, a vos te echan y vos tenés la culpa. Viste que siempre le echan la culpa al pueblo, si no tenés guita es porque no te esforzás, porque no dejaste que te bajen el sueldo e hiciste una huelga, la culpa es del pueblo porque vota mal. La culpa siempre será tuya. Aunque te cagues de hambre, te van a pasar boleta mientras los que deciden con lapicera en mano sacan camionadas de dólares al exterior, y no solamente bolsos.
VIENE LA BOLA DE NIEVE, así que corré si estás cerca porque sino te pasa por arriba. Cuando lo expresado demuestra cómo se generaron los primeros quilombos para que de golpe el dinero escasee en las calles, el Estado en vez de frenar, aceleró, siguió mes a mes con más medidas económicas dignas de Drácula. Para terminar de hundir al barco, lo justo y necesario es sacarle el motor, cortar las velas y con un pico hacerle agujeros al fondo, eso se está haciendo.
Mirá si no es así: subieron las tasas de interés (imposible tomar créditos). Apertura de importaciones manufacturadas y agropecuarias (destruyeron economías regionales e industrias nacionales). Pedido de préstamos en dólares al exterior para gastos corrientes (aumento de deuda externa y más cuotas a pagar por mil años). Se liberó la compra de dólares ilimitada para los ciudadanos (por un lado nos endeudan y por otro vacían el Banco Central los ricos, los secos la ven pasar). Posibilidad de enviar dólares al exterior (lo que entra por deuda externa se va afuera por transferencia). Facilidad de entrada de inversores golondrinas (entran dólares para bicicleta y rajan de golpe si hay quilombo). Aumento de gas, agua, electricidad (suben los costos de las empresas nacionales, no pueden competir, no pueden vender, cierran). Detención de la obra pública (más trabajadores desocupados).
Si alguien es optimista y espera estar mejor en unos meses, o en un año, o en un quinquenio, les digo, MINGA, para la mayoría, MINGA. Arriesgo en el análisis porque tengo el diario del lunes, del lunes de años atrás. Gracias GOOGLE por ser mi memoria, por ser mi túnel del tiempo para salvarme de meter la pata, aunque la pata, la pata ya la metimos todos.