Por: Jinetes. Fundación Puente Vincular
La Situación de Calle, no es una problemática ajena a nuestra realidad. Así como en tantas otras provincias de nuestro país o incluso otros países, Mendoza no es la excepción. Existe gran cantidad de personas que se encuentran en situación de calle. Hombres y mujeres, familias, adultos, jóvenes y niños, que por diferentes razones se encuentran en esta realidad. La situación de calle no es una problemática meramente habitacional ni de carácter simple. Estas personas no sólo pernoctan en la calle, sino también sus estrategias de vida y subsistencia se encuentran ahí. Un banco de algún espacio público, estaciones de servicio, puentes, parques, el hall de algún cajero electrónico o simplemente cualquier vereda de la ciudad.
Esta problemática no depende de la voluntad individual de las personas. Es producto de innumerables causas, todas diferentes, así como cada persona. Estas personas han sido desafiliadas de sus redes sociales, sufrido la ruptura de vínculos y excluidas por las políticas públicas del pasado y de hoy.
Dormir en la calle a merced de las bajas temperaturas del invierno, prácticamente sin abrigo, o a las altas temperaturas de verano, donde la sombra de algún árbol sirve de refugio, se transforma en el escenario cotidiano para varias personas. Muchas veces impotentes de no poder hacer nada para remediar la situación, es algo que ningún ser humano debería atravesar. Sin embargo, esto ocurre, no hay que ir muy lejos para verlo y lo triste de tal circunstancia es que se ha incrementado en los últimos años.
La delicada realidad de personas que se encuentran en situación de calle torna preciso asumir el compromiso en coadyuvar en la búsqueda de alternativas integrales que apunten a revertir esta dura verdad, garantizando a estos ciudadanos sus derechos sociales básicos indispensables que les permita llevar una vida digna.
En el 2007, un pequeño grupo de amigos no quiso ser ajeno a esta realidad, y fundo lo que hoy es la Fundación Puente Vincular. Con el objetivo de restituir sus derechos, salimos al encuentro y buscamos la creación de vínculos. Conocemos sus historias. Historias cargadas de experiencias de dolor, de soledad, exclusión, de violencia familiar y peor aún de violencia institucional. De vínculos familiares rotos, de una infancia tal vez no tan arropada de amor y confianza, sino más bien cercana a círculos viciosos, agresivos y de adicciones. Donde ir al colegio no fue una de las primeras opciones, donde desayunar, almorzar, merendar y cenar se convertía en el cuento de hadas que solo lo vivían aquellos de otros barrios, o tal vez saborear alguna de estas opciones en el comedor comunitario.
Nuestra tarea, que implica esfuerzo y dedicación hoy cuenta con más de 50 voluntarios directos. Además de los indirectos, como cocineros voluntarios, peluqueros y socios que hacen un aporte mensual voluntario, para pagar los gasto que lleva adelante la fundación, la cual se encuentra en calle Rodeau 337 de la Ciudad de Mendoza.
Nuestra organización, lleva adelante distintas actividades y espacios. Entre éstas se destacan: la salida de los domingos a distintos puntos de la ciudad (plaza Italia, Chile, Dorrego y un recorrido por el centro de nuestra provincia) que busca a través de compartir una cena (con viandas que donan familias y personas), salir al encuentro y estrechar vínculos. También se llevan adelante en la sede de la Fundación espacios de encuentro como es un espacio de cine, recreación, y nuestro programa de radio comunitaria “El Fantasma de la Máquina” que permite la libre expresión y dar voz a quienes muchas veces no escuchamos.
Para nosotros, para cada uno de los voluntarios y voluntarias, ellos y ellas no son invisibles, la realidad nos interpeló, atravesó nuestra historia, irrumpió empáticamente nuestra vida desde el momento en que cada uno de ellos y ellas conectaron con nuestra mirada y se dejaron encontrar. Cuando confiaron en un abrazo sincero, compartieron sus verdades. Cuando sus lágrimas se sintieron consoladas y sus risas fueron compartidas. Cuando sus manos fueron cariñosamente estrechadas y sus nombres amistosamente pronunciados.
Confiamos que el camino está no sólo en ponernos en el lugar de brindar una mano a estas personas y una ayuda concreta que objetivamente es cierta, real, necesaria y valedera, sino más bien atrevernos un poco más, disponernos a proponer “formar un vínculo”, comenzar a edificar de las bases, es decir sin olvidar la historia, pero con ánimos tal vez de revertirla, respetando voluntades y libertades como criterio de valorización de todo individuo y ser humano. Acompañar sus procesos, confirmar sus aptitudes, escuchando y una vez más escuchando.
Atrevernos un poco más, es visibilizar la problemática, es dar voz a tantos silencios, es dar nombre a quienes para muchos son invisibles. Es exigir políticas públicas integrales y no meramente asistenciales, es recordar sus derechos y acompañar sus luchas. Despertar conciencia social de que hay un otro, que necesita un lugar para dormir, un plato de comida, un trabajo que ayude a los accesos hoy negados; pero fundamentalmente necesita trato digno, una sociedad que lo acompañe y un estado que lo incluya y aborde integralmente.
A lo largo de estos años hemos atravesado innumerables momentos. Momentos lindos, de encuentros. Hemos acompañado y facilitado trámites de pensiones, médicos, contribuido a la construcción de identidad y reconocimiento de ciudadanos a través de la realización de documentos de identidad, recuperación de actas. También hemos pasado momentos tristes, perdido algún amigo, o acompañado procesos de desalojos, abandonos, períodos en el penal. Desde el 2007, cada 24 de diciembre celebramos la Navidad en la Calle, porque también somos familia. Además, por el mes de Julio festejamos nuestro aniversario con el gran “Locro de los Jinetes”, compartimos cumpleaños, y celebramos cada logro alcanzado por las personas que acompañamos.
La situación de calle implica múltiples desafiliaciones (familiar, educativa, sanitaria, de recreación, de sociabilización y de empleabilidad), y con el paso del tiempo son cada vez más difíciles de revertir, a pesar del enorme esfuerzo que muchas familias hacen en las condiciones terribles en las que viven, por ejemplo, para sostener a los chicos en la escuela.
Para quienes están en estas condiciones de extrema vulnerabilidad, la violencia oficial es múltiple; a la estigmatización, la exclusión y la desigualdad, se adiciona la violencia de la sistemática invisibilidad, que muchas veces contrasta con la solidaridad de los vecinos, clubes, como fue el caso en nuestra provincia de “Huracán Las Heras” que abrió sus puertas para que las personas que pernoctan en la vía pública pudieran pasar la noche en sus instalaciones. Y otras organizaciones como la nuestra que se reúne para llevar un plato de comida, una frazada o simplemente un abrazo.
Si bien no asumimos no es parte de nuestra tarea llevar un registro actualizado del número de personas con esta problemática, hoy en día podemos decir que estamos en relación con unas 400 personas aproximadamente en situación de calle, considerando que nuestro ámbito se limita al microcentro de la ciudad y que existen otras ONG en Mendoza, por lo que el número no es exacto. Hacemos esta interpretación no solo por lo que vemos y oímos, sino principalmente por el camino recorrido en éstos 12 años.
Las viandas que llevamos a las Plazas, entre 150 y 200 por Domingos, desde hace un tiempo son compartidas entre 2 personas. Este incremento de personas en situación de calle puede encontrarse relacionado a la realidad económica del país y la provincia, pero no es el único factor determinante ya que la problemática es multifactorial. Desde el Gobierno y sus diferentes reparticiones oficiales existen acuerdos firmados con organizaciones para brindar un techo, ej: Albergues, Pensiones por discapacidad o Adultos Mayores. Subsidios únicos anuales para que una persona pueda rentar una habitación con un monto que alcanza sólo para un mes; algún programa para acceder al bolsón de mercaderías, alguna frazada, operativos de salud. De sólo leer lo mencionado se puede interpretar una “asistencia del estado” aislada, temporal y solitaria, carente de un abordaje interdisciplinario que abrace la totalidad del ser humano y por sobre todo que se proyecte en el tiempo.
Frente a esta situación, se vuelve fundamental la toma de conciencia, no sólo como sociedad sino desde el Estado. El primer paso consiste en conocer la problemática, visibilizar que allí hay otro que merece ser mirado, escuchado, que tiene una historia, que despliega múltiples estrategias de subsistencia. Es necesario dejar de lago los estereotipos y los protocolos predefinidos. La situación de calle es una problemática compleja y estructural, que requiere un abordaje integral. Así, invitamos a cada uno y a la sociedad en su conjunto a dejar de lado la indiferencia, y hacer visibles a quienes por tanto tiempo han sido relegados. Un saludo, un café caliente, una charla, mencionar su nombre, hace la diferencia.