Por Laura Talquenca
Siempre se espera que las mujeres seamos pasivas y tolerantes. Se espera que las mujeres seamos sumisas, tranquilas, que nos comportemos como señoritas… suelen decir. No podemos permitirnos exabruptos, eso no es propio de una dama. Y si reaccionamos contra algún atropello a nuestros derechos, nos acusan de violentas o rayadas. Pretenden que las mujeres estemos a un costado del camino.
Razones de sobras tenemos las mujeres para enfurecernos: cuando presenciamos una situación de abuso de parte de algún jefe acosador; cuando la publicidad sexista nos bombardea con ideas retrogradas sobre los roles de género; cuando nos pagan menos por el mismo trabajo que realiza un hombre; cuando nos señalan por viajar “solas” si somos todas mujeres; cuando nos dicen “ella se lo buscó” por pretender usar la falda cortita; cuando las políticas de ajuste y desocupación nos empobrecen más que a nadie; cuando ponen los rosarios en nuestro ovarios para decidir sobre nuestros cuerpos; cuando nos “estigmatizan” por ser activistas o feministas; cuando nos desaparecen y terminamos siendo víctimas de una red de trata; o cuando nos enteramos que hubo otro femicidio…
El 6 de septiembre mediante el decreto 698/2017, se publicó en el Boletín Oficial, que el Gobierno Nacional transformó el Consejo Nacional de las Mujeres en el Instituto Nacional de las Mujeres (INAM), una decisión que, según se detalla en el mismísimo boletín, le brindará más autonomía e independencia al organismo para llevar adelante las políticas de género en la Argentina. Y además, asegura tener “un fuerte compromiso con los derechos de las mujeres frente a toda forma de discriminación”. Muy lejos de ser coherentes con lo expresado en el decreto, el gobierno nacional toma una medida, totalmente arbitraria y desatinada.
La novedad que nos inquieta e indigna es que el Poder Ejecutivo Nacional decidió recortar de manera notable el presupuesto para el año 2018 destinado a luchar contra la violencia machista. Mientras que en 2017 se estableció al Consejo Nacional de las Mujeres (CNM, actualmente INAM) $163.500.000, para el 2018 el monto presentado es de $161.548.292. y no estamos hablando sólo de una disminución de dos millones de pesos, sino que no tiene en cuenta la inflación estimada para el 2018, que según el Poder Ejecutivo será del 15,7%. Por lo visto se les escaparon varios millones en el camino.
Nada de implantar perspectiva de género en la confección del Presupuesto Nacional. Ni por asomo plantear un compromiso real y contundente frente al pedido desesperado de las mujeres que reclaman hasta el hartazgo: Ni una menos. No está en la prioridad de nuestros funcionarios combatir la violencia hacia las mujeres. No les interesa lograr la aplicación de la Ley 26.485 para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales. Las mujeres y sus legítimas demandas parecen no estar presentes en las páginas del Presupuesto 2018.
Organizaciones feministas y de derechos humanos presentaron una carta al Jefe de Gabinete de Ministros, Marcos Peña y a la directora del INAM, Fabiana Tunez y la enviaron a las Comisiones de la Cámara de Diputados para ser tratada en breve. Las organizaciones alarmadas por la situación de las mujeres son: Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), Fundación Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), Mujeres en Igualdad (MEI), ACIJ, Caref y la Fundación Siglo 21. En la carta manifiestan su preocupación y advierten las consecuencias de tamaña decisión. Autogestión y organización es lo que salva a las mujeres. El compromiso de la sociedad civil es quien nos rescata de la desidia de un Estado ausente. Las decisiones que toma el gobierno que recorta, significan retroceso y postergación para las demandas de las mujeres. El Estado no solo debe reponer los fondos recortados a la lucha contra la violencia de género, sino que debe aumentarlos sustancialmente para garantizar los derechos de las mujeres y las niñas y niños víctimas de este flagelo.
Cómo no enojarse frente a medidas tan desafortunadas. Cómo pedirles a las mujeres que no muestren su malestar ante un Estado ciego y sordo frente a sus reclamos. Nos embarga la impotencia y la desazón. Y en lugar de discutir medidas y realizar análisis más concienzudos, los medios de comunicación se encargan de poner el foco en una pintada a algún edificio público o iglesia.
Nos queda salir a gritar, a resistir, a luchar por las que no volvieron, por las que están en riesgo, por vos y por mí. El Encuentro Nacional de las Mujeres en su edición 32° será una alternativa de participación y lucha. Un espacio vital donde más de 50.000 mujeres se reunirán para discutir y generar redes con la sororidad como bandera. ¡Las mujeres no queremos que nos dejen a un costado del camino!