En el día de ayer se estaba desarrollando un debate, a partir de la propuesta legislativa del Diputado Abraham (PJ) de modificar la Ley 7722, que regula el ejercicio de la minería en la Provincia de Mendoza. La Lic. Roxana Bruno, científica, no tuvo la posibilidad de exponer sus conocimientos sobre los efectos que traen aparejados ciertas sustancias químicas que se quieren permitir mediante la modificatoria.
En entrevista con nuestra compañera Sol Pérez, la científica se explaya y nos comparte sus saberes respecto al uso de las grandes cantidades de sustancias tóxicas que se utilizan en la megaminería:
“Quería hacerle llegar a los senadores, que se encuentran en una encrucijada si dejar entrar a estas empresas megamineras, al igual que el fracking, que utilizan grandes cantidades de agua y utilizan grandes cantidades de sustancias tóxicas. Como científica e investigadora, quería hablarles de estas dos palabras, que tienen una importancia trascendental para el futuro de todos los mendocinos”.
La ley 7722 fue aprobada en 2007, siendo ejemplo en el mundo de regulación de las sustancias contaminantes: “Prohibición del uso de sustancias químicas como cianuro, mercurio, ácido sulfúrico, y otras sustancias tóxicas similares en los procesos mineros metalíferos de cateo, prospección, exploración, explotación y/o industrialización de minerales metalíferos obtenidos a través de cualquier método extractivo”. En 2015 la Suprema Corte la ratificó. En la actualidad tenemos que poner en valor cada gota de agua, porque no sólo estamos en crisis hídrica, sino en estado de sequía.
“Por ejemplo, el caso de la fractura hidráulica, que un pozo utiliza 20 millones de litros de agua, la proporción de tóxicos es de unas 400 toneladas de sustancias químicas. Una mezcla química que le va a permitir disolver la roca, y que salga el gas y el petróleo”.
El problema es que esas sustancias químicas en algún momento vuelven a la superficie. Por supuesto, arrastrando también otras sustancias que son tóxicas para la vida humana (uranio, radón, radio, torio, metales pesados), y que se encuentran en el fondo de la tierra. Gracias a la aplicación de agua más químicos de manera masiva tienden a salir a largo plazo, pudiendo contaminar los acuíferos y contaminar el agua potable. También se liberan sustancias que contaminan el aire, como benceno, tolueno, óxidos de nitrógenos. Es decir que la contaminación es por el agua y por el aire, generando problemas en las vías respiratorias, incluso pueden desarrollar cáncer. El otro factor es la producción agrícola regada con aguas contaminadas, o alimentos preparados con aguas contaminadas…
Las sustancias tóxicas son venenos, y producen efectos en el organismo a corto, mediano y largo plazo. El consumo de estos venenos, promueven alteraciones severas en el organismo: neuropatías, autonimunidad, modificaciones en el sistema endócrino, afectaciones en el sistema reproductor (infertilidad, embarazos de riesgo). “Las sustancias químicas se acumulan en la médula ósea y en el tejido adiposo. Es decir, son bioacumulables y durante la gestación se pueden trasladar en el hígado y en el cerebro del feto, produciendo malformaciones, muertes intrauterinas, etc.”.
Mas datos que son alarmantes:
“En EEUU se ha comprobado que vivir en un radio de 16 km en donde hay una explotación de petróleo no convencional, aumenta 4.5 veces el riesgo de tener un bebé prematuro, con bajo peso, nacimiento muerto, con cardiopatías, con malformaciones, entre otras. La cercanía con los pozos es un tema de vital importancia, porque se propone generar parques de explotación a 10 km de distancia de centros urbanos”.
Estas sustancias son muy difíciles de controlar, porque generan residuos, y con esos residuos algo hay que hacer. Y a gran escala, no se pueden controlar los factores de la naturaleza que inevitablemente pueden romper con las previsiones de no contaminación … “Y una vez que se contamina el agua, es muy costoso extraer los químicos. Y al no ser rentable, no se haría”.
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