MARIELLE, LA FLOR DE LA FAVELA

La concejala Marielle Franco, “negra, feminista y cría de la favela Maré” según decía al presentarse, militante del Partido Socialismo y Libertad, fue ejecutada con cuatro tiros en la cabeza el miércoles 14 de marzo a las 21.30 horas en Río de Janeiro. Elegida por los más de 46.000 votantes que tuvo como concejal, ocupó el quinto lugar en Río de Janeiro entre un grupo de 1.500 candidatos, de los cuales 50 fueron electos. Su vocería y representatividad de la diversidad efectiva y con agenda en las posiciones de poder, eran la voz y el rostro visible de los grupos desfavorecidos de Brasil, país en el que más del 60 por ciento de la población carcelaria es negra y donde anualmente se produce un número récord de asesinatos homófobos.

El miércoles, minutos antes del crimen, Marielle había participado en el encuentro de “jóvenes negras moviendo las estructuras”, en el barrio Lapa, un reducto bohemio del centro carioca. “Marielle lograba comandar y representar a las personas como ninguna otra mujer negra lo había hecho antes en el Concejo Deliberante”, comentó la escritora Ana Paula Lisbora, que estuvo en el evento del miércoles. “Era una de las personas más increíbles que conocí, de una sonrisa contagiante, un ejemplo de que el lugar de la mujer es en la política” contó Nadine Borges, ex presidenta de la Comisión de la Verdad sobre la Dictadura.

También era una voz crítica de la Policía y de la reciente intervención militar en Río, donde Michelle Temer, presidente de facto, dejó en manos del Ejército brasileño el control de la seguridad pública. Taliria Petrone, concejal de la vecina ciudad de Niteroi y amiga de Franco, asegura que ni ella ni la activista asesinada ambicionaron nunca cargos públicos. “Desde que comenzamos con la idea de ser candidatas, que nunca fue nuestro deseo, nuestra motivación fue acabar con la invisibilidad de tantas voces y tantas batallas de la mayoría de los brasileños”, dice Petrone durante una de las varias manifestaciones convocadas tras el asesinato de Franco. “Sin duda Marielle quería ser un instrumento para elevar la voz de los brasileños. La mayoría de ellos están enfadados, no solo por la brutalidad de su asesinato, sino porque su muerte fue una ejecución policial, un intento de silenciar estas voces”.

Su asesinato no solo coincidió con el inicio de la presencia militar en Río, sino que se produce antes de la crucial elección presidencial de este 2018, dos años después de que la primera mujer en la presidencia de Brasil, Dilma Rousseff, fuera destituida.

“Líderes como ella, le permitían a la sociedad entender las matrices de exclusión que perpetúan sus conflictos y desigualdades. Esos liderazgos absolutamente necesarios y urgentes, que generan temor e incomodan, despiertan todo tipo de suspicacias para estigmatizarlos y, en muchos casos, como pasó con Marielle, tratar de silenciarlos de la única forma que pueden: acabando con su vida. Sin embargo, Marielle representaba una comunidad local que integra las favelas, los movimientos de mujeres, juveniles, negros e indígenas, LGBTI y una ciudadanía inmensa progresista global, que reivindicará su agenda con más fuerza. Ella se multiplicará en muchas mujeres en Brasil y en el mundo, respondiendo a la crisis de liderazgo y de élites cerradas, desconectadas y poco diversas que enfrentamos. Se requieren cada vez más personas que desde sus subjetividades sientan y den respuesta a lo que muchos de nosotros, desde nuestras zonas de confort, no entendemos.” (Paula Moreno, manos Visibles)