Por Alejandro Ballén y Laura Talquenca
María es el motivo de mi espacio y de mi tiempo. El tiempo y el espacio “del bermejo” de todo mi Bermejo. Su vida es como un cuento fantástico, un sueño, el de vivir en una cancha de futbol. Las futboleras y los futboleros de alma saben decir “viviría en una cancha”. María literalmente vive en una, María vive conmigo.
Vivimos juntas hace un tiempo, no recuerdo el día exacto, sí recuerdo que nos quisimos desde el primer momento. Estamos mucho tiempo juntas y a mí eso me gusta mucho. La pasamos muy bien juntas, compartimos todo, aunque María a veces se enoja y se queja de mí, pero después se le pasa. En el fondo creo que tiene razón, le doy mucho trabajo me suele decir a veces. Y si, si lo sabrá María que tanto dependo de ella.
Como toda relación y como dicen los viejos, también chocamos, yo soy más vieja que María, mucho más. Nací hace mucho en el ‘31 y tiempo después me bautizaron como Ines F. de Mirabile, poseo en mi memoria hechos y personas que compartieron conmigo el amor por mis colores: El azul y oro.
María puede hablar de mí, puede hablar como mi amiga o por qué no como lo que soy, su familia. Describir, detallar, relatar los momentos que juntas vivimos en la calle Génova, creo que esa es la calle, este año cumplí los 86 y la memoria a veces me falla. “La Cancha de Boquita” me saben llamar, cariñosamente.
María llegó a mi vida no hace mucho, ella es muy joven y a veces en las tardes con mate de por medio me contempla. María es mi amiga y me siento muy orgullosa de ella. María me cuida, me protege, me da su amor y creo que daría su vida por mí.
A ella le abro mi corazón, recuerdo con tanta nostalgia el campeonato del ‘57, el único en primera. Aquellos legendarios como Roberto Pandolfi, Félix Scola, Eliseo Carrizo, Horacio Agüero, Nicolás Bustos, Oscar Monzón, Camilo Pérez, Cerro, Rómulo Medina, Antonio Torres, Sardi, Traetta, Contreras, Díaz y Pitagoyen. Y la lista no termina. Gente a borbotones teníamos en Bermejo para esa época. Gente que venía a visitarnos y nos llenaba de ilusión. Recuerdo al técnico del plantel, el que nos llevo a la gloria para siempre “Enrique Goldemberg” y aquellos apasionados, como los de hoy.
Conocí personas muy tenaces que con fuerza y espíritu dieron todo lo que tenían a su alcance para que me convirtiera en un club, según dicen ellos, humilde y sencillo, con un gran amor por el barrio. Las familias enteras visitándome, niñas y niños jugando con ilusiones, corriendo de aquí para allá con la pelota. Gritos, lamentos, aliento y tristeza cuando se perdía un partido.
Si hablamos de tristeza puedo recordar cuando quedé sola y nadie venía a visitarme. “La guita no alcanza”…escuche más de una vez, “hay que cerrar el club” esas palabras me sentenciaban y ya sabía lo que se venía.
Años de soledad y abandono marcaron mi vida, estuve desierta mucho tiempo. Nunca pude entender esas cosas de las personas, eso de la guita, el mango, la plata, creo que son lo mismo. Yo solo entiendo de pasión.
No te pongas triste me dice María, mi amiga; la heroína le sé decir yo. Cómo quisiera volver a esos años con mucha gente visitándome, ocupando la tribuna, el camping, la pileta, el salón y la canchita de básquet. Cuantos recuerdos, eso sí, algunos lugares están un poquito abandonado y algunos ya no están más. El tiempo, la guita y volvemos a lo mismo.
Me quiero quedar con los lindos recuerdos, María me mira y asiente con la cabeza. Entonces pienso…siempre hemos salido adelante, he sido testigo de cosas maravillosas y no me tengo que amargar.
Me acuerdo cuando llegó Silvana, cuando cruzó el portón, el pobre ya se caía. El portón, no Silvana. Silvana otra gran amiga, con ella obtuvimos el último campeonato hace dos años. Recuerdo esa final como si fuera hoy, frente a Real Mendoza. Nuestro séptimo ascenso, contaban asombrados los medios.
El torneo de Silvana fue especial porque lo ganó una técnica mujer, mujer como yo; con capacidad, esfuerzo, entrega y un gran corazón.
Ese partido con Real Mendoza lo tengo en mi mente ¡qué jugadores por Dios! En el arco estaba Claudio Romero, en la defensa Ema Neira, Caldera y los hermanitos Nievas. En el medio Guillot, el poroto, Soria y Luquitas Neira, adelante qué dupla: El perro Olivera y el Chelo. Un cuatro a cero y volvíamos a primera.
Volver a primera significaba para mí volver a brillar, como antes, solo que ahora María me iba a cuidar, acompañar y embellecer más que nunca. Hay que poner linda la cancha escuchaba, mucha gente va a venir a jugar acá. Ahora somos de primera, muchas y muchos inflaban el pecho.