Daniel Pina, autor de Fideo Moñito, recordó cómo el humor fue una forma de resistencia durante la dictadura
En el predio de La Mosquitera, se presentó la obra de teatro Fideo Moñito, inspirada en la publicación clandestina que un grupo de presos políticos mendocinos realizó durante la última dictadura cívico-eclesiástico-militar. El montaje, basado en el libro No nos pudieron, rescata la historia de quienes enfrentaron el encierro con creatividad, ironía y dignidad.
La función contó con la presencia de Daniel Pina, uno de los autores del libro y redactor original del “Fideo”, quien compartió con el público las anécdotas y el espíritu de esa experiencia. “Yo era uno de los redactores del Fideo Moñito. Hacíamos informes, artículos y hasta un correo sentimental, todo bajo seudónimo, porque el staff era completamente clandestino”, recordó.
El humor como forma de resistencia
Durante la entrevista, Pina relató cómo los detenidos políticos lograron mantener viva la creatividad dentro del penal mendocino. “Firmábamos con los nombres de otros compañeros presos para despistar a los militares. Incluso hacíamos dos versiones: una falsa, para que encontraran ellos, y otra verdadera, para nosotros”, explicó entre risas.
El “Fideo” era escrito a mano, primero en cuadernos Gloria y luego en hojas cosidas y coloreadas con fibras. Para evitar que se destruyera, los ejemplares se guardaban en bolsas impermeabilizadas y se escondían entre los caños del sistema cloacal. “Era como un fanzine, hecho con humor, sátira y amor. Nos inspirábamos en revistas como Satiricón, burlándonos del enemigo y también de nosotros mismos”, contó.
Consciente de que el humor podía ser un arma de doble filo, el grupo llegó a redactar un artículo titulado “Cómo bromear sin embromar”. “Sabíamos que el humor muchas veces se basa en la desgracia ajena, pero queríamos reírnos sin dañar a los compañeros. Era una forma de cuidarnos entre nosotros”, explicó Piña.
De la resistencia al empoderamiento
Más allá del tono humorístico, el autor destacó el valor político del proyecto.
“Más que resistencia, lo que generamos fue un proyecto de poder. Nos empoderábamos con lo que podíamos hacer, aunque estuviera prohibido. No era solo aguantar los golpes: era hacer, crear, organizar.”
El grupo incluso realizaba “paradas militares” simbólicas dentro del penal. “Cuando traían el desayuno, nos formábamos en fila con el puño en alto. Era una señal de que seguíamos siendo un ejército, el nuestro, el de las convicciones”, recordó.
Memoria, arte y presente
Fideo Moñito surgió como una extensión escénica de No nos pudieron, el libro que recopila textos, dibujos y testimonios de los presos políticos mendocinos. La obra se ha presentado en distintos puntos del país, generando emoción y debate en cada función.
“Esta es la primera vez que puedo verla en vivo, porque vivo en Buenos Aires. Estoy muy emocionado. Es un homenaje al poder de la palabra y al espíritu de aquellos años”, expresó Piña.
Consultado sobre la actualidad política del país, el autor cerró con una reflexión contundente:
“Solamente vamos a encontrar el camino cuando tengamos proyectos de poder. No alcanza con quejarse, no alcanza con resistir: hay que pelear por el poder.”
Resistencia con humor, memoria viva
La historia del Fideo Moñito demuestra que incluso en los contextos más oscuros puede nacer la creatividad y la risa como formas de libertad. Desde la clandestinidad del penal mendocino hasta los escenarios actuales, la obra continúa recordando que el arte, la memoria y la organización colectiva siguen siendo herramientas fundamentales para enfrentar cualquier forma de opresión.
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