Por Micaela Alarcón
A fines de 1958, el Padre José María “Macuca” Llorens comenzó a aparecer por el Barrio San Martin.
Con seguridad ni él ni las 70 familias que entonces vivían en ese basural imaginaban lo que el tiempo les iba a deparar a las casi 30.000 personas que ahora lo componen.
En 1972 resumió su experiencia en un conocido libro: “Opción fuera de la ley”. Para la ley esa población no existía. Eran, precisamente, “ocupantes ilegítimos”, como legalmente se caratula y reconoce a los habitantes de las villas. Así tuvo que comenzar optando “fuera de la ley”, para poder optar por el hombre. Por la realidad de Dios viviente en el pobre, en el excluido, en el marginado de la ciudad, refugiado en las cuevas del basural de Mendoza.
Así es como del basural surgió el barrio obrero. Gracias al tesón, convivencia y organización de las cooperativas, se fue emprendiendo una lenta pero bien encaminada remodelación urbana que muestran con merecido orgullo.
Queda mucho aún por hacer, pero la experiencia vivida les enseña que por ellos mismos son capaces de salir de la marginación y la exclusión, en la búsqueda de un camino de dignidad.
El 19 de noviembre de 1984 murió Macuca Llorens y desde entonces cada año en esa fecha se celebra su vida y se reconoce su impronta.
En estas palabras, en estos versos citados por tres generaciones, está el legado que dejaron los abuelos y mayores de este barrio; que presenciaron el progreso de este camino lleno de huellas y como fueron uniendo sus manos año a año, sin banderas políticas ni religiosas.
Esta encomienda con destino a los aprendices de la nueva era, que portaron a los héroes que la historia ha hecho y que la práctica ha moldeado. Será portado por aquellos que se den cuenta que el mundo en el que vivimos puede y debe ser remodelado.
La historia del Barrio San Martín es una historia rica en solidaridad, en lucha, en la capacidad de creer en si mismo. Es la experiencia de que un pueblo es capaz de asumir su propia responsabilidad, su desarrollo y crecimiento.
Así fue progresando este barrio con dirigentes comprometidos con la gente y junto a ellos el sacerdote jesuita José María Llorens, que en 1958 comenzó a aparecer en el Barrio San Martín. Él se identificó con las angustias y necesidades de sus pobladores hasta el día de su muerte. Cuando le preguntaban: ¿Padre cuando se hará la Capilla? Él siempre respondía: “-Primero la casa de los hombres, después la casa de Dios”.
Llorens cuenta en su libro: “… y así aprendimos lo que era vivir fuera de la ley. Lo que no se pudo hacer de día se hizo de noche. Así por tres años se fue “robando” la luz, el agua, arreglo de calles, reparto de lotes, sin aprobación de la ley. Presentí que una ley que alcanza a pocos es injusta: no obliga. Y que ya se están dando las circunstancias para una nueva ley, que obligará, porque alcanzará en justicia para todos”.