Por Rubén Vigo
Cuando cada mañana me miro la geta en el espejo, aparte de asustarme con los pelos como cardos y las arrugas, me miro los labios y digo, para qué los inventaron si no son para dar besos o tomar mate, y ahí nomás me tiro un besito porque me quiero. El origen del beso se remonta hasta el tipo humano correspondiente al Cromañon del paleolítico superior, la mujer de Don Cromañon alimentaba a sus crías masticando la comida hasta hacerla puré que luego pasaba de su boca a la de su pequeño. ¡Qué asco! Si mi tía Antonia hizo eso conmigo para pasarme el puré de banana que tanto le gustaba, por Diooo…, empiezo a vomitar desde ahora. Hasta la segunda mitad del siglo IV A.C., los griegos sólo permitían besos en la boca entre padres e hijos, hermanos o amigos muy próximos. El filósofo Platón declaraba “sentir gozo al besar”, ningún gil el vago. En la cultura celta se creía que el beso tenía propiedades curativas, mirá vos, flor de versos hacían, -vení que te pego un truchazo y vas a ver como se te va la caspa, o dame otro que te saco los cayos del pie y las amígdalas-. Caían como moscas, tipos y tipas, engañados o engañadas pero con ganas, todos enroscados y a los besos. Antiguamente en Inglaterra al llegar a casa de alguien, el visitante besaba al anfitrión, a su mujer y a todos los hijos, y hasta al mismo cachorro y al gato, locos, remamados, no te puedo creer, imaginate cuando vamos a lo de Carlos, el negro tiene siete perros callejeros que no los bañaron ni en cuatro generaciones anteriores, los cinco gatos encima ariscos como la mierda, si tengo que correr a los perros por todo el parque sólo para darle una arrimada de labios en el hocico y a los gatos, que tienen un olor a meada que voltea, para refregarle los bigotes, anda a cagar, no voy más a visitar a nadie, haceme cirugía ya y sacame los labios. Por Escocia, el padre besaba los labios de la novia al final de la ceremonia de casamiento. Se decía que la felicidad conyugal dependía de esa bendición en forma de beso. Después, en la fiesta, la novia debía circular entre los invitados y besar a todos los hombres también en la boca que a cambio le daban algún dinero. Turritos no. En El Bermejo no hubiera tenido un final feliz la fiestita, cuando la novia empezara a darle truchazos a todos, la botella más chica volando sería una damajuana.
Los esquimales, en su lenguaje, la palabra besar es la misma que sirve para decir cariño, por eso en el llamado “beso esquimal”, se frotan sus narices una con otra, mirá si entre medio de los cubitos iban a darse besos apasionados con tapados de piel de foca, o de oso blanco, mejor dijeron, sacamos la nariz afuera y listo, eso sí, todos ñatos, los hicieron ñatos para no sacarse un ojo. Nadie sabe como se reproducen, ellos sí, no te quepa la menor duda.
Es variado el significado de los besos a lo largo de la historia. Ejemplo: el beso de codicia y traición en la Biblia; el de codicia se refiere a cuando Jacob besa a Isaac, su padre, y le hace creer que es Esaú, el primogénito, todo con la intención de quedarse con la bendición de su padre y con la jefatura de la familia, ya de por sí es un quilombo explicarlo, pero se nota que hubo flor de verso. El de traición se refiere al que le da Judas a Cristo en la mejilla, con éste entrega al Hijo del Hombre y se condena para siempre, todavía hoy lo siguen imitando. El Kamasutra por su parte describe tres clases de besos: el nominal, en el que los labios apenas se tocan; el palpitante en el que se mueve el labio inferior, pero no el superior; y el beso de tocamiento, y acá mejor lo dejo a la imaginación para no entrar en detalles. El beso pasó de ser una muestra de afecto a ser también una expresión de amor hacia la otra persona. Sin embargo, durante la Revolución Industrial quedó prohibido, la gente ya no podía besarse en público, seguramente perdían tiempo para ser explotados, igual aumentó la natalidad, los domingos eran de pura joda. En muchas tribus africanas, los nativos reverenciaban al jefe besando el suelo que él pisaba sin tener en cuenta la mugre de las patas del susodicho. También, pasando rápido por la historia, la gente solía besar la mano de aquella persona con un nivel social más alto, o el de mayor jerarquía en la familia como los padres, abuelos o bisabuelos, o en la iglesia, a cardenales, a obispos, etc; en Argentina se dejó de usar hace tiempo porque desaparecían los anillos, hasta los de plástico.
Si vamos a lo cierto, los labios fueron inventados para succionar mejor y que no se nos escape ni un cachito de leche de la teta, así de angurrientos nacimos, ésa es la verdad, después les dimos variados usos porque los humanos somos muy creativos. Cualquiera que haya besado, sabe que no es una sensación que se limite a la boca, se nos mueven hasta los pelos de la nuca, por ser delicado digo. Ese lugarcito del cuerpo tiene nervios faciales, son como un micro 5 por la Mathus, la información va a mil desde los labios, la lengua y la piel hasta el cerebro, el bocho de inmediato le ordena a nuestro cuerpo producir ciertas sustancias como: la Oxitocina que desarrolla sentimientos de devoción y afecto, la Dopamina para que el cerebro procese las emociones de placer y dolor, la Serotonina que nos pone de buen ánimo y también la Adrenalina que incrementa nuestro ritmo cardiaco y alerta a nuestro cuerpo. El beso nos da euforia y más oxigeno de lo usual haciéndonos sentir como en las nubes.
Mirá, no entiendo una mierda de química, de biología, ni de las sustancias que se nos mueven por adentro, pero ni en pedo voy a dejar de usar los labios para dar un buen truchazo, si no, de qué está hecha la felicidad, decime, de qué.