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EDITORIAL JUNIO 2020
Acá estamos nuevamente, a pesar de la pandemia, a pesar de los pesares. Son tiempos extraños los que nos toca transitar, y sobre todo son tiempos bravos, para las organizaciones sociales, comunitarias, para los barrios humildes, para todxs aquellxs que tienen que salir a conseguir el mango día tras día.
No corren buenos tiempos para el trabajo en común, no tiene buena fama. Hace tiempo que el sentido común se hizo meritocrático, hace tiempo que salvarse solo es sinónimo de “hacerla bien”.
La pandemia, es como todo lo que ocurre, una circunstancia que puede hacernos reflexionar sobre nuestra realidad, y la necesidad de cambiarla; o puede agudizar nuestros prejuicios y mezquindades.
Si tenemos que ser sinceros, no creemos que vaya a modificar esencialmente todo lo que ya traíamos desde antes. Digamos que no estamos en el bando de los “optimistas”, eso sí, tampoco en el de los derrotistas.
Porque si creyéramos que estamos derrotados, del todo, y ya no hay nada que hacer, no haríamos por ejemplo, esta revista, que sigue en saliendo, aunque sea en versión digital. Para contarles que hay resistencia, siempre hay resistencia, y gente dispuesta a apostar por el esfuerzo colectivo. Que es en definitiva lo que siempre nos termina salvando: el nosotrxs.
Científicos, ambientalistas, escritores, luchadorxs, albañiles, carpinterxs, cartonerxs, en fin, trabajadorxs, vecinas y vecinos.
Eso va a encontrar en esta revista, gente común, haciendo cosas tan extraordinarias como salir todos los días a la calle a conseguir un poco de dignidad. A pesar de la pobreza, a pesar de la pandemia y de los intereses creados, de los medios monopólicos, a pesar del fantasma de la muerte que siempre está ahí a la vuelta de la esquina. Y ahora encima disfrazada de muerte anónima y estadística.
Sepalo vecino, mientras usted nos lee, algo late entre nosotros. Mientras usted comparte con nosotros estas páginas que nos hemos tomado en trabajo de investigar, escribir, diseñar y corregir para usted. Hay un pacto que se va cerrando entre nosotros, y es el de la vida compartida. Que es la única que vale la pena vivir.