Hemos atravesado una primera etapa de la pandemia que cambiará el mundo para siempre. Pero sólo en algunas cosas… aún poniendo en jaque al sistema de producción imperante, este capitalismo, feroz en su etapa neoliberal, que agotando los bienes comunes de nuestro planeta, diariamente mata a miles y miles de personas por la abismal desigualdad social.
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Buenas buenas querides lectores y lectoras.
Este tsunami que arrasó con muchas de nuestras prácticas culturales, aquí en el barrio, en las familias, en los afectos, en las maneras de trabajar y estudiar, ha generado que desarrollemos una flexibilidad emocional para adaptarnos. Pero no deja de repiqueternos la idea de que esa adaptación es una manera de entrar a una vida más presa, más controlada y más monitoreada de manera remota. Algo que ya veníamos viviendo hace más de una década con el ingreso a la era digital, en la que todos nuestros datos, gustos, prácticas se utilizan como data para “vendernos lo que necesitamos”. Pero hoy se ha profundizado de manera exponencial.
Este proyecto político comunicacional llamado La Mosquitera, que este mes cumple veinte años en la vida barrial de El Bermejo, pero también en la lucha por la disputa de sentidos a nivel provincial y nacional, sigue siendo el barco para dar batalla. Nuestra revista salió a la calle por primera vez en febrero de 2001, era otro país, otro tiempo, pero los ideales que dieron luz a este Proyecto, marcan aún nuestro horizonte de lucha.
Entendemos que en esta convulsión mundial nuestro país no está exento de los avatares económicos, de los juegos de poder tanto en la política mundial como en la salud y la medicina. Desde La Mosquitera proponemos pensar y construir una mirada colectiva para analizar lo que nos pasa en la vida cotidiana, en el impacto de todo lo que vivimos a diario. Una pandemia que nos cambió para siempre, pero queremos pensar que los cambios los elijamos, y no nos lo impongan desde arriba. Si este mundo tal como lo conocemos se está cayendo a pedazos, queremos inventarnos uno nuevo, más justo, más humano, en que el motor sea la ternura y el respeto por nuestros bienes comunes, por cada vida, por el futuro.
La lucha es política, es por el sentido de las cosas que pasan y de las que no, por el sentido de lo que hacemos y pensamos. Hoy estamos aquí, con la certeza de que juntes llegamos más lejos.