Por Valeria Sol Marchán
Un día cualquiera
Mientras esperaba el colectivo para ir a trabajar las casi 10 horas del doble turno, por suerte esta vez, en la misma escuela, la seño Romi miraba su wasap. Dentro de los muchos grupos que tenía, todos silenciados por un año, estaban los de las escuelas, claro. Grupo de alumnos de 6° grado “solo información escolar”, grupo de “información para docentes” (administrado por la directora), grupo de “docentes de la escuela N° 1234” (sin límites de temas), grupo de “información sindical”; mientras navegaba por los grupos riéndose de algunas publicaciones y puteando con otras, se chocó una vez más, con una publicación donde el sindicato invitaba a una nueva jornada de lucha para pelear por mejoras salariales. Imaginando y planeando cómo haría para participar de la movilización, horarios, con quien dejar los chicos o llevarlos, en qué ir y volver, las opiniones de los participantes del grupo variaron entre… nada … y nada… No pudo dejar de sentir el cansancio de remar en dulce de leche y no pudo dejar de preguntarse qué pasó entre la lucha de la legendaria Carpa Blanca de 1997 y los tiempos actuales, qué se adormeció en las ganas de la protesta colectiva a favor de los derechos ganados y merecidos para las docentes, ¿será que realmente nos convencieron de que lo menos posible para los educadores es lo justo? Llegó a la escuela 10 minutos antes de que toque el timbre, en la sala de maestros mientras las charlas rondaban alrededor de las noticias de ayer que los noticieros matutinos tenían para sorprendernos ese día, a alguien se le ocurrió preguntar por la noticia del grupo sindical y aunque hubo unos segundos de silencio las opiniones comenzaron a expresarse, desde el simple “no puedo, no tengo con quien dejar los chicos” hasta el “para qué vamos a ir si igual el sindicato no logra nada… el gobierno igual va hacer lo que quiera”, infaltable “me voy a salir del sindicato” como si el sindicato fuera el club deportivo al que estamos afiliados para hacer natación, gimnasio y clases de folklore, y mientras esperaba que alguna opinión sea coincidente con la de ella, para no sentirse sola, en las ideas salió de su boca casi sin pensar, verborrágicamente, “¿hasta cuándo vamos a seguir sin hacer nada?”
Muchos días en especial
Las huelgas docentes en la Argentina se vienen dando desde hace ya más de un siglo. Los derechos no salen de una burbuja se lograron a través de las peleas que los trabajadorxs dieron a través de los tiempos. Lo que hoy tenemos naturalizado como parte de cualquier trabajo, por ejemplo, aguinaldo, son el resultado de muchxs trabajadorxs que se unieron y en muchos casos hasta dejaron la vida, para defender las ideas a favor de que los que ostentamos la fuerza de trabajo merecemos derechos, que los que hacen uso y abuso de ella deben darnos porque es lo justo y nos los merecemos. Se podría realizar una línea de tiempo con todas las huelgas, medidas y resultados que a través de la historia se hicieron, pero la que sería la más emblemática del pasado reciente sería indudablemente: la Carpa Blanca.
Fue instalada el 2 de abril de 1997 frente al Congreso por unos cincuenta maestros, que a su vez comenzaron un ayuno líquido. Los reclamos fundamentales apuntaban a mejoras salariales, una Ley de Financiamiento Educativo, la derogación de la Ley Federal de Educación (impuesta por el FMI) y contra las políticas instrumentadas durante el gobierno de Carlos Menem en contra de la educación pública. 10 días después de instalada la Carpa, Teresa Rodríguez fue asesinada por una bala policial en medio de una protesta docente en Neuquén, crimen que nacionalizó el conflicto y llevó a CTERA a convocar a un paro general. La protesta en la Carpa Blanca se extendió durante 33 meses, durante los cuales ayunaron 1.380 maestros y fue visitada por alumnos de 7.000 escuelas, como así también por diversas personalidades públicas. El 30 de diciembre de 1999 ya con el gobierno de la Alianza y Fernando de la Rúa en la presidencia la Confederación Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) decidió desarmar la Carpa Blanca luego de la aprobación, por parte del Congreso Nacional, de la Ley de Financiamiento Educativo que otorgó un fondo de 660 millones de pesos para posibilitar un aumento salarial docente. En Mendoza se acompañó la medida mandando ayunantes a BS. As y armando un a Carpa Blanca en la plaza Independencia en apoyo a la medida, también con ayunantes, los memoriosos de aquella época recuerdan la gran participación de la gente en las actividades propuestas.
Los días del presente
Un nuevo plan de lucha convoca a los docentes para mejorar entre muchos “ítems” las condiciones salariales. El sindicato no es un partido político, no es la celeste, ni la marrón, ni la color ocre con brillitos plateados, el sindicato somos los trabajadores de la educación y nos gusten más o menos las diferentes gestiones (las críticas son siempre valiosas) no podemos dejar de acompañar con acción las luchas (siempre a favor de los trabajadores nunca en contra). ¿Hasta cuándo vamos a seguir en la comodidad de creer que sólo es responsabilidad de los otros, los logros alcanzados y no logrados? ¿hasta cuándo no nos vamos hacer cargo de la parte que nos toca? enseñamos responsabilidad en las escuelas de las decisiones que nuestros alumnxs toman, pero no nos hacemos responsables de las propias ¿cuántos serán los docentes que esta vez, y todas las próximas veces, saldremos a la calle? ¿cuántos serán los docentes que haremos honor al verbo sindicato?