SOBRE LO PEOR DEL SER HUMANO

Con la muerte del genocida Miguel Etchecolatz, queda sostener viva la memoria para no olvidar algunos de los hechos de los que fue responsable y apañó con su despreciable silencio.

Uno de ellos es el que nos interpela como sociedad, saber dónde está Julio López, desaparecido por segunda vez en Julio de 2006, en plena democracia luego de declarar en un juicio de lesa humanidad por haber declarado en contra del genocida a propósito de su 1ª desaparición entre 1976 y 1979.

Sobre esto dialogamos con Rubén López, hijo de Julio López sobre lo cual dijo: “Lo que pasa en la causa de mi viejo es algo un poco extraño porque ya hace casi 16 años que ni siquiera sabemos cuál fue el motivo de hacerlo desaparecer, podemos suponer, pero la  suposición tiene que tener un sustento legal de prueba, ya sea física o de testimonio, y no la tenemos. La nada misma a pesar de que se ha investigado mucho… en algún momento habrá que agarrar toda la causa y empezar a investigar cómo se investigó, valga la redundancia, porque lo que si entendemos es que hay tres opciones: o no se sabe investigar, o no se encontró nada porque es la desaparición perfecta, o alguien no deja que se investigue”.

A propósito de la muerte del genocida, Rubén recordó “…fue uno de los más sangrientos junto con Camps… eran los que decidían quién vivía y quién moría, no solamente ordenaba las torturas y todas las vejaciones que se hicieron en los centros clandestinos de la provincia de Buenos Aires, sino que él participaba de esas torturas y atrocidades que son infinitas de poder contar… Otro rasgo de su personalidad es lo que tiene que ver con su familia, porque era tan malo adentro de la casa como afuera, la familia de él estaba amenazada de que los iba a matar… Cada vez que tenía la oportunidad reivindicaba lo que había hecho, decía que lo volvería a hacer…”

En un pasaje emocionante nos contó que se comunica con Mariana Dopazo, ex – hija del genocida: “… nos hablamos dos por tres, nos juntamos, hablamos mucho… la verdad que admiro la fortaleza, los ovarios que tuvo para deshacerse de ese apellido tan nefasto, asumirse como quien es y no permitirle a Etchecolatz ser su padre…”

Miguel Osvaldo Etchecolatz fue parte de la policía bonaerense, recibió nueve sentencias a prisión perpetua, seguía siendo investigado por más crímenes, murió en cárcel común lo cual es al fin y al cabo un logro del pueblo reclamando justicia cada día.