Hace un tiempo se viralizó un video que explicaba la diferencia entre quienes pertenecen a la clase trabajadora o a la clase media. Ese video mostraba que, si a quien perdiendo su fuente laboral no le modificase en nada su vida cotidiana, esa persona pertenecía a la clase media, pero aquella persona cuya vida se modificase sustancialmente al perder su trabajo, esa era de clase trabajadora. Tan simple como eso.
En todo nuestro sistema educativo nadie se preocupó por enseñarnos cabalmente cuál es nuestra pertenencia, si clase trabajadora o clase media, incluso quienes tienen muchos años de vida laboral aún lo ignoran.
La actual gestión elegida a través del voto popular prometió que el ajuste lo pagaría la casta política y el Estado. Quien hoy preside los destinos del país se ha cansado de decir que pertenece a una corriente política llamada anarcocapitalismo. Es decir, lisa y llanamente, no cree en la organización, ni en lo colectivo, ni en las instituciones, pero sí cree en el capitalismo.
Este 1 de mayo, día de l@s trabajador@s, encuentra a muchas personas habiendo perdido la pertenencia a su clase, acaso muchas por primera vez pensándose parte de ese colectivo, porque quizás nunca se dieron cuenta hasta hoy.
Este 1 de mayo, día de l@s trabajador@s encuentra a muchísimas personas, trabajdor@s también festejando la pérdida de la fuente laboral de l@s trabajadores del Estado.
El Estado es esa columna vertebral que tienen todos los países del mundo para resguardar los intereses diversos de toda la sociedad en su conjunto, tan variada como extensa en el caso de nuestro país.
¿Qué le faltó a las políticas públicas, pensadas por las gestiones y ejecutadas por l@s trabajador@s que no lograron ser valoradas y cuidadas por quienes se beneficiaban?
¿Qué les faltó a l@s trabajadores que no supieron ser rebeldes y críticos frente a esa política pública que fracasaba?
¿Qué les faltó a las estructuras gremiales que no supieron o quisieron organizar y presionar para lograr una estabilidad laboral que impidiera estos despidos masivos?
¿Qué les faltó a l@s trabajador@s que no pudieron ni quisieron organizarse, comprometerse o modificar esas estructuras gremiales rancias e injustas?
Las respuestas a éstas y muchas más preguntas nos dirán por qué tanta gente, festeja hoy el despido de trabajador@s; acaso la imposibilidad de identificar a los verdaderos responsables hace de estos despidos el motivo de su ¿alegría? Una especie de premio consuelo ¡digamos! .
O quizás much@s ciudadan@s de a pie necesitaron sentirse leones y como reyes de la selva creen “que dejan de pagar sueldos de emplead@s a vag@s y pintauñas”
Si l@s despedid@s trabajaban o no, o por qué no lo hacían, eso, habrá que preguntárselo a directores, jefes y ministros que para eso se les pagaba y el deber era haber empezado a despedirlos a ellos, pero como dice el dicho el hilo se corta por lo más fino.
La mala noticia para quienes festejan es que achique no es reforma. Y ese dinero “ahorrado” que no es significativo en la economía de un país tampoco irá a los bolsillos de quienes están felices. La pregunta que deberán hacerse es: ¿A dónde irá todo el dinero de los enormes aumentos de todo tipo, si l@s trabajadores@s ya no están?