Por Nelson Belmar
En lo que antiguamente llamaban el Creciente Fértil y sus lindes, actual Medio Oriente (una de las regiones más convulsionadas de nuestro planeta) existe, vive, un pueblo aborigen de los más antiguos; los Kurdos. Si ud. se pone a investigar un poquito sobre ellos, se encontrará con diferentes datos; algunos investigadores encuentran rastros de ellos hace unos 8 mil años antes de nuestra era, otros lo visibilizan en tiempos no tan lejanos y así. Lo contundente e innegable es que por esos lares existe un pueblo que, aún no teniendo ninguna organización administrativa-formal o de estado-nación reconocida, sobrevive a pura fuerza de identidad e historia. Y también de resistencia…para poder hablar y conservar su propio idioma, su rica cultura con raíces tan profundas.
La población kurda estimada en la actualidad son de alrededor de 40 a 45 millones de personas. Y la región que habitan es una extensión geográfica que abarca parte de la actual Turquía, hacia el sur, y otro tanto de Siria, Irak, Irán y Armenia…lo que se reconoce en algunos mapas como Kurdistan. Se calcula, también, que la diáspora kurda es de alrededor de 3 a 4 millones de personas establecidas particularmente en Alemania, Inglaterra y Francia.
Pueblo vital y con apegos indestructibles al paso de los tiempos y negaciones. Ellos son de ese lugar del mundo y difícilmente, como ocurre con casi todos los pueblos aborígenes, puedan reconocerse en otras tierras, otras lenguas, otros usos y costumbres. A quienes niegan la existencia de este pueblo, solo les queda esa sola posibilidad; negarlo, a pesar de la evidencia histórica y del fracaso de todos los intentos de asimilación cometidos en su contra. Por eso la virulencia de los negadores y opresores, especialmente contra la población civil pues así, entienden, van a dejarse de joder y aprenderán eso de la sumisión.
Para mejor entender las vicisitudes de este pueblo, es necesario destacar también que esa región es muy rica en petróleo y gas (Turquía, Siria e Irak obtienen esos recursos de tierras kurdas) Y los ríos Tigris y Eufrates aportan buenas posibilidades de riego para abundante siembra. Algunos autores plantean que los primeros indicios de rastro humano en la producción y reproducción de la vida se encuentran en esa región, por las inmejorables condiciones naturales que presentaba.
En medio de la vorágine de violencia que sacude esta región desde hace ya décadas, el pueblo kurdo se levanta contra esa violencia sectaria-religiosa y además de constituirse en un pilar fundamental para erradicarla, levanta y propone a los pueblos de la región una alternativa de vida y sociedad distinta y superadora. Confederalismo Democrático le llaman, el cual se basa en tres ejes rectores: La organización comunal en base a asambleas y participación popular; la igualdad de derechos de la mujer con el hombre, en todos los ámbitos de la vida social y el respeto y cuidado del medio ambiente. Esta breve síntesis, encierra todo un proceso de maduración de las más importantes organizaciones del pueblo kurdo, entre las que destacan el Partido de los Trabajadores del Kurdistán y el Concejo de Comunidades Kurdas y, por supuesto, las más potentes organizaciones de las mujeres kurdas. En otras palabras lo que se plantea aquí, es el abandono de la lucha por la liberación nacional y la constitución de un estado-nación kurdo. Entre otras razones, plantean que la creación de esa nación solo reproduciría en otro ámbito las mismas causas de la violencia sectaria tan anclada en la zona.
De una u otra manera y, a pesar, de la dura y cruda realidad que desde hace tantos años viven los pueblos de esa región, el pueblo kurdo nos está enviando un mensaje claro y visionario; paz, igualdad de derechos, respeto y cuidado de nuestra madre tierra y compromiso y participación de l@s ciudadan@ en la gestión y construcción de una vida mejor pues, como sabemos, las élites despilfarraron todo el crédito que se tomaron aún con nuestra voluntad en contra.