Una escuela viva en Maipú: aprender con sentido, conexión y naturaleza

El espacio educativo “Sentido”, ubicado en una finca de Coquimbito, propone una experiencia pedagógica alternativa donde el aprendizaje se vincula con la vida cotidiana, el entorno natural y los deseos de cada niño.

En una finca rodeada de naturaleza, en Coquimbito (Maipú), funciona “Sentido”, un espacio educativo alternativo que busca replantear el modo en que aprendemos. Su propuesta, en palabras de su creadora Luciana Carbone, psicóloga y parte del equipo del Espacio Educativo Sentido, se define como una “escuela viva”, donde la experiencia, la curiosidad y el vínculo son el eje del proceso educativo.

“Cuando decimos que es una escuela viva, hablamos de una educación que se actualiza constantemente, que se adapta al grupo y al contexto. No es un modelo que copiamos de otro lugar, sino una propuesta que se teje con los saberes de las familias y del equipo docente”, explica Carbone.

Una pedagogía que se transforma junto al entorno

La idea de crear Sentido surgió en plena pandemia, y hoy el proyecto transita su quinto año. Comenzó como una experiencia itinerante y luego se consolidó en la finca de Maipú, donde la naturaleza se convirtió en parte esencial del aprendizaje.
“El contacto con la vida, el aire libre y la tranquilidad del lugar nos hace bien a todos, incluso a los que trabajamos acá. Es imposible irse sin sentir más calma”, cuenta la psicóloga.

En este espacio concurren niños y niñas de entre 3 y 12 años. Si bien se contempla el cumplimiento de los contenidos básicos exigidos por la currícula provincial, el enfoque se centra en cómo se aprende, más que en cuánto.
“No se trata de repetir contenidos, sino de vivir experiencias reales: calcular el costo de un budín que los chicos preparan y venden, cuidar una huerta, o aprender sobre economía porque alguien quiere entender qué es la inflación”, señala Carbone.

En esa lógica, el aprendizaje no se separa de la vida cotidiana: “La forma y el contenido son una misma cosa. Aprender matemática copiando una cuenta no es lo mismo que usarla para resolver un problema real”, agrega.

El deseo como motor del aprendizaje

El proyecto se basa en el aprendizaje autodirigido, donde cada niño o niña desarrolla sus intereses y talentos particulares. “Lo importante es sostener el deseo. Acompañar un proceso implica frustraciones, tiempos orgánicos, esperas. Pero eso también enseña: es aprender a convivir, a decidir en asamblea, a respetar el deseo del otro”, explica.

La escuela busca así que el estudiante “aprenda a aprender”, en un entorno donde el afecto, el vínculo y la escucha son centrales. “No hay dos escuelas vivas iguales: cada una se construye con la identidad de su comunidad”, remarca la educadora.

Una comunidad diversa y en movimiento

El equipo de Sentido está conformado por profesionales de distintas disciplinas: psicomotricistas, psicopedagogas, psicólogas, docentes de yoga, especialistas en huerta, educación ambiental, arte y hasta un ingeniero en ciencias. “Somos muy curiosos y nos encanta estudiar. También invitamos a familias y especialistas que comparten saberes con los chicos: desde un papá contador que explica economía hasta un actor que enseña expresión”, comenta Carbone.

Además, el espacio impulsa actividades abiertas a la comunidad, como las “Tertulias necesarias”, encuentros quincenales donde madres, padres y educadores conversan sobre temas vinculados a la crianza y la educación. “Son espacios para compartir, reflexionar y construir juntos”, dice.

Una opción educativa diferente

Las familias interesadas pueden conocer la propuesta a través de las redes sociales de la escuela (@sentidoescuelaviva) o escribir a sentidoescuelaviva@gmail.com. Actualmente están abiertas las entrevistas de ingreso para el ciclo 2026.
“Queremos que cada familia elija con conocimiento y que sienta que este modo de aprender está en sintonía con lo que buscan para sus hijos”, señala Carbonella.

En tiempos donde la educación busca reinventarse, experiencias como la de Sentido demuestran que aprender con alegría, conexión y libertad es posible, y que una escuela puede ser, verdaderamente, un espacio vivo.

Te invitamos a escuchar la nota completa: