Desde La Mosquitera nos comunicamos con Gerardo Szalkowicz, periodista analista internacional, editor de la agencia NODAL, autor de “Norita Cortiñas: la madre de todas las batallas (Ed. Sudestada)”, quien analiza el escenario de la política y la avanzada de la religión en nuestra matria grande.
“Estuve investigando respecto del salto a la política del mundo evangélico en América Latina. Hay que aclarar que hay una gran diversidad de corrientes y denominaciones de las iglesias evangélicas, son las neopentecostales las que están protagonizando esta apuesta a la política, a copar la institucionalidad, obviamente la gran penetración en las barriadas populares, esta capacidad de contención de las personas más vulneradas, creo que los dirigentes de muchas iglesias percibieron la eficacia de este voto evangélico y empezaron a meterse en política”, analiza Gerardo y refiere a esta corriente neopentecostal surgida a comienzos del siglo 20 en EEUU y que empieza a expandirse en América Latina en la década de 1970, en contrapeso al avance de la teología de la liberación.
El analista refirió además a algunos antecedentes de la incursión en política de las iglesias evangélicas, entre ellos la llegada a la presidencia de Guatemala en 1982 de José Efraín Ríos Montt mediante un golpe de Estado, este militar y pastor evangélico, años después condenado por genocida; Otro antecedente lo protagoniza Perú donde el también después dictador Alberto Fujimori ganó las presidenciales de 1990 gracias al apoyo de algunas iglesias evangélicas.
“Pero sin duda el núcleo de expansión está en Brasil, donde el poder evangélico se estructuró alrededor de la llamada bancada de la biblia, donde tienen decenas de legisladores y del multimedio grupo Record, que es el segundo en importancia en el país después del grupo O Globo. Está el caso paradigmático de Jair Mesías Bolsonaro, que una de las claves para que haya ganado tuvo que ver con el fuerte apoyo de las iglesias evangélicas. En Bolivia, no desde lo evangélico pero si desde la religiosidad está Janine Añez tomando el poder en 2019 con una biblia en la mano, sonriendo rodeada de militares”, reflexiona Gerardo y agrega: “Centroamérica es otro lugar de incursión evangélica en la arena política: Guatemala tuvo como presidente a Jimmy Morales, un teólogo evangélico desde 2016 a 2020. En Costa Rica casi llega a la presidencia Fabricio Alvarado, otro predicador evangélico en 2018. Y en El Salvador gobierna Nayib Bukele, otro exponente de la iglesia evangélica que incluso llegó a militarizar el Congreso gritando oraciones y prédicas. En Colombia los pastores evangélicos aliados al ex presidente Álvaro Uribe jugaron un rol clave en 2016 cuando se realizó el plebiscito para ratificar el acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC, donde los pastores jugaron un rol clave para que ganara el NO”.
“También hay que decir que si bien hay algunos líderes progresistas como Lula o Andrés Manuel López Obrador que también han hecho alianzas con sectores evangélicos, es muy clara la orientación reaccionaria, de las iglesias evangélicas con un fuerte conservadurismo y con una militancia muy activa en contra de la ampliación de derechos: en contra del matrimonio igualitario, del aborto legal”, expresa Gerardo y continúa: “En Argentina lo vimos con mucha fuerza como fueron claves para movilizar en contra del aborto. Evidentemente aparecen como las caras renovadas de estas fuerzas conservadoras de las derechas latinoamericanas para combatir la ampliación de derechos. En Argentina es algo quizás más incipiente, todavía no tiene un volumen muy desarrollado pero sí hubo muchos casos: en 2019 el macrismo postuló a 6 evangélicos para el congreso y el exmilitar Gómez Centurión tuvo como compañera de fórmula a la referente evangélica Cynthia Hotton”.
El escenario de estas PASO no está alejado a estas observaciones, y así lo comparte Szalkowicz: “Para estas legislativas hay escenas evangélicas tanto en Juntos por el Cambio, como en espacios más nuevos como el Frente más valores o el Partido celeste; muchas candidaturas locales, regionales y algunas nacionales. Más allá de las distintas corrientes y de los debates que pueda generar, es un dato objetivo de la realidad que la mayoría de estas candidaturas se postulan por partidos de derecha o ultraderecha con un fuerte conservadurismo en contra de la ampliación de derechos, así que creo que es un fenómeno a tener en cuenta en América Latina y en Argentina también porque como decían los redondos “… el futuro ya llegó…”